El  futbolista brasileño de 21 años será parte de la plantilla del Real Madrid desde el 25 de agosto.

El habilidoso delantero que de pequeño comenzaba el día jugando en las calles de Sao Vicente y que en la noche llevaba sus regates al cementerio de esa ciudad paulista, verá realizado su sueño de jugar en Europa.

Una sonrisa permanente y blanquísima ilumina su rostro de niño travieso. La cadencia aparece cuando Robinho pisa la cancha, cuanto ata el balón a sus botas y comienza a pedalear sobre el mismo para desespero de sus adversarios.

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Su magia apareció en el Campeonato Brasileño de 2002, que Santos coronó con una ventaja contundente en los dos partidos de la final sobre el Corinthians de Carlos Alberto Parreira.

Diego, Elano, Robinho y compañía, promovidos por Emerson Leao, resultaron imparables y ese año dieron al equipo del mítico Pelé su primer título en la historia del Campeonato Brasileño.

La historia se repitió en 2004, sin Diego ni Leao, pero con Vanderlei Luxemburgo como técnico, el  que a comienzos de año pasó a dirigir al Real Madrid y uno de los tantos que pedían a gritos a Robinho.

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La alegría del chico de Sao Vicente no parece tener fin, así como todo ese talento que hace diez años deambulaba libremente. “Era mejor jugar en el cementerio. Yo pasaba en la calle el día entero, no volvía a casa ni para comer”, asegura al evocar su comienzo.