La Dirección de Salud ofreció dar fármacos gratuitos, pero los centros del suburbio están desabastecidos.

El panorama en la escuela Alberto Perdomo Franco, en la 24 y la P, no cambia. Cuarenta y seis días después de que se presentara el primer brote de hepatitis A en esta zona del suburbio oeste de la ciudad, otros ocho niños presentan la enfermedad en el plantel.

Vicente Pugo es uno de ellos. Tiene 8 años y cursa el sexto grado. Lo contagió su hermano Joshué, de 6, que estudia en segundo año en la misma escuela y que un mes atrás se vio afectado por la hepatitis A.

Su padre, José Pugo, es viudo y aunque vive en la ciudadela Santa Mónica, sus hijos estudian allí porque están al cuidado de su cuñada que habita en la zona.

Publicidad

Él se muestra malhumorado porque no encuentra explicación al brote que afecta a sus hijos ni cuenta con recursos suficientes para afrontarlo.

Los gastos van desde vitaminas, insumos hasta sueros y exámenes médicos, que es un requisito indispensable para entrar a la estadística de la Dirección de Salud y gozar de medicamentos gratuitos.

Las autoridades de salud se comprometieron a dotar de medicinas necesarias para combatir la enfermedad, pero en la práctica no se cumple. Los subcentros del área están desabastecidos de fármacos y los padres deben comprarlos en farmacias del sector.
 
Es el caso de Freddy Jesús Bone León, alumno de la escuela Perdomo Franco, quien tuvo que ir a un laboratorio privado para hacerse las pruebas, porque en los centros del Ministerio no las practican. Lo irónico es que con los resultados privados, el médico Jorge Mindala Layana, de la Jefatura de Salud Nº 5, extiende el permiso por nueve días a la escuela.

Publicidad

La situación provoca las quejas de las madres de familia en las puertas del plantel. Ellas, en su mayoría de escasos recursos económicos, deben cancelar $ 0,50 por cada consulta en los centros de salud públicos, gastar $ 13 en recetas y entre $ 4 y $ 6 en pruebas de laboratorio. 

María Coello, moradora del sector por más de diez años, aseguró que es la primera vez que ocurre una situación igual.

Publicidad

“Ahora dicen que es el mercado, pero el mercado tiene muchos años aquí y no ha habido un brote de enfermedad así”, sostuvo Coello.

Los comerciantes del mercado ambulante Luchadores del Suburbio, que se ubica en la calle P desde la 19 hasta la 23, se defienden. Pascual Loor, dirigente de ese gremio informal, señaló que ellos están organizados y que actualmente se encargan de la recolección de basura.

Reconoció, sin embargo, que existen aún varios comerciantes reacios al orden y que dejan sus desperdicios malolientes, lo cual atrae a insectos, ratones y perros.

Ayer no hubo brigadas de salud en el sector y el Instituto de Higiene Leopoldo Izquieta no tenía aún los resultados de las once muestras tomadas el viernes.

Publicidad