Inmigrantes de Ecuador consideran  un riesgo retornar al país para visitar a sus familiares debido a la inseguridad en  algunas ciudades  y carreteras.

Aprovechar la temporada vacacional en España para retornar a Ecuador y visitar a los familiares representa un riesgo para los inmigrantes ecuatorianos por la inseguridad en las ciudades y carreteras, donde han sido víctimas de asaltos.

El temor a ser interceptados por encapuchados y desvalijados hace que los viajes se planifiquen en secreto. “Los delincuentes se enteran con pelos y señales del día y la hora en que se llega”, dijo un ecuatoriano que prefirió no identificarse. Alberto Ortega comentó que mientras se dirigía  a San Vicente (Manabí) fue sorprendido por encapuchados que se llevaron maletas, regalos y dinero.

Felipe, oriundo de Montecristi, Manabí, que prefiere no dar su nombre verdadero para que no lo identifiquen. “Mientras menos se hable de mí, mejor”, dice tajantemente.

Publicidad

El temor de Felipe no es infundado. Conoce historias de amigos que fueron asaltados una vez que arribaron a Ecuador. “Pueblo chico infierno grande. Las noticias corren rápido y pueden llegar a oídos de gente mala”, comenta.

Felipe refiere que todas las personas de los pueblos se conocen entre sí y una vez que se anuncia el regreso de alguien, la novedad no pasa desapercibida. “Se enteran con pelos y señales del día y la hora en que se llega, y alguien puede aprovecharse de eso”.

Aquellas historias también las había escuchado Alberto Ortega, aunque nunca les dio importancia. Sin embargo, el día en que regresó a Ecuador para visitar a su familia en  San Vicente, Manabí, vivió los momentos más dramáticos de su vida.

Publicidad

“El avión aterrizó en Guayaquil a las seis de la tarde del 2 de febrero pasado. En el aeropuerto nos esperaba un amigo que nos llevaría a San Vicente en su camioneta”, recuerda.

Ortega comenta que una vez que abandonaron el aeropuerto pensaron en quedarse a descansar en Guayaquil. Pero a última hora decidieron emprender el viaje.

Publicidad

“Eran las dos de la mañana y estábamos a punto de llegar. Cuando apareció otro carro y se cruzó en el camino. Unos encapuchados, fuertemente armados, se acercaron y nos bajaron del carro”, dice.

“Los encapuchados nos quitaron todo, incluso la ropa que vestíamos. Además de los regalos para la familia, tenía  los 2.000 dólares que traje a España como bolsa de viaje y nunca los cambié a euros”.

Ortega y sus acompañantes fueron amarrados y abandonados entre los matorrales, y más tarde  fueron auxiliados por un bus de transporte interprovincial, desde donde observaron a la camioneta que fue abandonada más adelante, en cuyo interior dejaron  los documentos en los asientos:  pasaporte, la tarjeta de residencia y pasajes. “Lo que querían era la plata y las cosas”, narra.

“Denuncié el caso a la Policía, pero no sé cómo quedaron las investigaciones”, añade.

Publicidad

Después del susto, Ortega pasó sus vacaciones  y unos días antes de volver a España se  trasladó a Guayaquil para tramitar el permiso de salida del país, en donde se encontró con otra compatriota, quien le contó que también fue asaltada el día que llegó. Estaba cerca de su casa en el Guasmo, cuando los delincuentes detuvieron el taxi en el que se movilizaba y la robaron, contó.