La reciente publicación de Unicef, ‘El Presupuesto del 2005 y el Gasto Social’, revela unas cuantas paradojas.

Antes de mencionar algunas de ellas hay que indicar que la publicación se realiza de acuerdo a un Convenio entre Unicef y el Ministerio de Economía y Finanzas. El país “goza” de la bonanza petrolera, con el alto precio de su principal producto de exportación, el petróleo, sin embargo, el gasto social es uno de los más reducidos de Latinoamérica.

Según la Cepal, el Ecuador dedica 162 dólares a gasto e inversión social, mientras que el promedio regional es de 540 dólares per cápita, por año, que representa el 13% del producto interno bruto (PIB).

Peor paradoja resulta que mientras el petróleo ha seguido en precio ascendente, el PIB del Ecuador, dedicado al gasto social ha ido en descenso, del 10% en 1982 ha bajado a 6,7% en el año 2005.

El Ecuador está en el cuarto puesto comenzando por la cola en cuanto al PIB de los países latinoamericanos dedicado al gasto social. A la cabeza se encuentran Panamá, con 25,6, Uruguay con 23,5 y con aumento progresivo, desde 1990.

Otra paradoja, en un país donde existiera verdadera justicia social y gobiernos preocupados por la salud y bienestar de las mayorías, es que mientras la riqueza, en dólares, que se ha producido en el país por la exportación de petróleo, según la Cepal, el 10% de la población más rica del país “concentró 10 puntos porcentuales más del ingreso (pasó del 35% al 45%), al tanto que el 10% más pobre disminuyó del 1,8% al 1,1%”. Es decir los ricos se hicieron más ricos y los pobres, más pobres y hasta indigentes.

Aunque el presupuesto del Ministerio de Bienestar Social en cifras absolutas entre el 2004 y el 2005 subió en 115,4%, en tanto que el de Salud creció solo el 8,5%, la situación económica de los pobres sigue empeorando. Más del 50% del presupuesto de Bienestar Social se va en sueldos de la burocracia, que creció desmedidamente en el presente año, en el cual, además, el Ministerio respectivo realizó muchísimos contratos, con fines políticos, como el demostrar la “popularidad” del Gobierno.

La Unicef recomienda “en todo caso, dadas las características del Presupuesto ecuatoriano, es imprescindible que el país logre un acuerdo de largo plazo, para definir las prioridades y objetivos de todos los gastos, incluidos los gastos sociales, determinar los esfuerzos (las fuentes de ingresos) para financiar estos objetivos y promover la transparencia y rendición de cuentas de la gestión fiscal y presupuestaria”.