Yo no sé por qué en este gobierno le tiemblan tanto a Lucio. Desde que se fue, andan preocupadísimos: ¡Cuidadito, verán que nuable, que no respire, que no tosa, que no haga asamblea de Sociedad Patriótica!

¡Qué tales que son los palacios del Palacio! Ellos le van convirtiendo en mártir a Lucio.

¿Se acuerdan cuando se presentó en la OEA ante cuatro pelagatos? ¡Huy!, el gobierno mandó toda una delegación del más alto nivel para que le contradijera y entonces ahí se pusieron a peliar pico a pico y el único que resultó ganador fue Lucio, que, diciendo las mismas tonteras de siempre, se sintió tomado en cuenta. Era de que los palacios del Palacio le dejen nomás que hable cualquier cosa ahí solito y ya, nunca de los nuncas nadie se volvía a acordar de Lucio.

Ahora la cosa está todavía peor, porque, ¡qué bestia!, le han sacado orden de captura. Pero no pues orden de captura por los horrores que hizo durante su gobierno, sino por unas declaraciones que dio después, cuando ya estaba huido, y que consideraron que dañaban la imagen del país, desestabilizaban la democracia y afeaban todo lo lindo que están haciendo los palacios del Palacio. O sea con eso le pusieron en bandeja de plata su figura de víctima, de perseguido, de pobrecito. Y, claro, Lucio comenzó a saltar en una sola pata, de puro contento.

Entonces, después de estar en Brasil y de ahí volar a Estados Unidos y luego regresar a Brasil, voló al Perú (por algo está en goce de vacaciones) en un vuelo privado (por algo también está en goce de millones), aterrizó en Cancas y se hospedó en el complejo Punta Sal. Claro que él dijo que había entrado al Ecuador y había estado en Machala, pero, como siempre, ya sabemos que lo que él dice después se desdice y dice que la prensa distorsiona sus palabras y que entonces sí estuvo, pero no estuvo.

Total, como no le dejan entrar al Ecuador por esa orden de captura, en Cancas otra vez se convirtió en víctima y dijo ¡oh!, que es un perseguido político y que el Gobierno le quiere coger preso y cogido preso le quiere colgar de los pulgares (o sea del Gilmar y del Fausto Cobo, que son los dos pulgares con los que ahora anda a todo lado) y torturarle llevándole a vivir en Quito otra vez con la Ximenita, y hasta atentar contra su vida. ¡Cuántos  lamentos que se lamentó Lucio! ¡Con qué profundidad que se quejó de los malos que le persiguen, a los que llamó tiranos, cobardes, ignorantes, prepotentes y egoístas!

Y después dijo que con Palacio lo que se vive es una dictadura, y no como cuando él gobernaba, que se vivía una auténtica dictocracia, que era mucho más bonita.

Elé. Si no le hubieran hecho caso ¡ahora dizque estuviera diciendo que va a regresar! Ahí estuviera, con el rabo entre las piernas, escondido. Pero como le hicieron caso, está hecho el víctimo. ¡Ay, los palacio del Palacio ojalá que nunca más vuelvan a tomarle en cuenta y le dejen nomás haciendo cancas en Cancas para siempre jamás. Y ya.

¡Ya me cabrié! Por eso yo también me voy. Pero de vacaciones nomás, durante agosto. Chuta, ojalá los palacio de Palacio no me persigan porque a mí también me han de convertir en mártir. ¡Qué horrible!