Se dijo en su momento que la escasez se debía a que los taxis emplean gas como reemplazo para la gasolina, que el contrabando era el culpable, e inclusive que algún problema existía en la refinería.

Pero a los taxistas no los incomodó nadie, no se conoce de ningún operativo anticontrabando, y la refinería va de mal en peor... Y aun así, ya no hay escasez.

El único cambio visible fue el incremento del precio en las distribuidoras y un incremento –ilegal y disimulado– al consumidor, impuesto por la vía de los hechos.

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Queda la sospecha, por estos motivos, de que todo aquello de los taxistas y el contrabando –aunque existen y son problemas que requieren urgente atención– fueron en realidad solo pretextos.

Se jugó con el usuario y se amenazó la estabilidad social para dar satisfacción al interés de unos pocos.

Así es nuestra realidad política, pero indigna sobremanera cuando para imponer ciertas maniobras se hace burla del conjunto de la población.