La organización ecologista Greenpeace denunció el martes en Madrid que el creciente cultivo de langostinos está causando  problemas de contaminación y salud en Brasil, Venezuela y Ecuador, y que España se ha convertido en el "principal importador europeo" de ese marisco.

"España sigue incrementando sus importaciones de langostinos de cultivo de países en desarrollo contribuyendo así a la destrucción de los manglares y a la contaminación", advirtió Greenpeace en un comunicado, en el cual subraya que el 90% de los langostinos que se consumen provienen de países en desarrollo.

Según Greenpeace, uno de los casos que "más llama la atención" es el de Brasil, donde la producción de langostinos creció "espectacularmente" pasando de 3.600 toneladas en 1997 a 90.000 toneladas en el 2003.

Publicidad

"En Brasil, el desarrollo de esta industria ha venido nuevamente asociado a  problemas de contaminación, aparición de enfermedades y casos de violencia  contra pescadores que han tratado de defender el manglar contra el avance de las piscinas para cultivar langostinos", precisó la entidad defensora del medio  ambiente.

En el estado de Zulia, en Venezuela, la producción de langostinos como moncultivo industrial trajo aparejada la aparición de enfermedades, como el  Síndrome del Taura. Este año esa enfermedad "afecta al 90%" la producción de langostinos de esa zona, dice Greenpeace.

"En Ecuador, desde hace más de un año, seis comunidades de la provincia de Guayas no disponen de agua potable debido a la extracción desmesurada de agua por parte de la granja de langostinos Exoporcity", denuncia la organización ecologista.

Publicidad

Greenpece insta a los consumidores en España a no comprar langostinos cuyo cultivo daña los manglares, bosques costeros que figuran entre "los ecosistemas más valiosos y diversos del planeta", que además son "fundamentales" para proteger las zonas costeras frente a temporales o fenómenos climáticos.

"La destrucción causada por el reciente tsunami en el sudoeste asiático o por el huracán Mitch en 1998 (en Honduras), afectó en mucha mayor medida a las zonas que habían perdido sus bosques de manglar", destacó Greenpeace.