La organización defensora de los derechos humanos Amnistía Internacional (AI) denunció ayer el desprecio que muestran hacia la vida humana los grupos armados que operan en Iraq, así como su falta de voluntad de respetar los principios básicos del derecho humanitario.

En su último informe sobre la situación de violencia en Iraq, titulado Sangre fría: Abusos de los grupos armados, AI condena los homicidios deliberados de civiles, los secuestros, los actos de tortura y los asesinatos de prisioneros, y los califica de “hechos que no se justifican”.

“Los grupos armados que se oponen a las fuerzas multinacionales, dirigidas por Estados Unidos, y al Gobierno iraquí, hacen prueba de un desprecio absoluto por la vida de los iraquíes y de los extranjeros, y perpetúan un ciclo de crímenes de guerra y contra la humanidad”, señala la reconocida organización de derechos humanos.

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Menciona que “las fuerzas estadounidenses y sus aliados también han perpetrado “graves violaciones de los derechos humanos”, pero recalca que “la violencia de un lado no justifica la del otro”.

AI lamenta también que las víctimas sean sobre todo “simples ciudadanos que intentan reanudar en paz sus ocupaciones cotidianas”.

Los grupos armados intensificaron sus acciones violentas en ese país tras la formación del Gobierno provisional iraquí, el pasado 28 de abril.

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Desde entonces se calcula en más de 1.800 los muertos en atentados con coches-bomba y otros explosivos que se multiplican en el país, particularmente en Bagdad.

El informe de AI hace hincapié en que “la frecuencia de los ataques y la grave inseguridad imposibilitan calcular con precisión el número de víctimas”.

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Menciona que en conflicto “todas las partes tienen la obligación de respetar los derechos de los civiles y de las personas sin defensa”.

Pidió que “se ponga fin a las actividades de aquellos que violan ese principio y se les obligue a rendir cuentas” ante la justicia.

AI recomendó a los principales líderes religiosos y personas influyentes a condenar lo indefendible y hacer saber que ninguna circunstancia puede autorizar o justificar los crímenes de guerra contra la humanidad.