El músico brasilero con Eduardo Riveiro (batería) y Thiago Do Espíritu Santo (contrabajo), quienes forman un trío, dieron recitales en Quito y Guayaquil.

“Yo creo que el público va a un concierto buscando penetrar en otros mundos. Mi tarea es crear esos otros mundos”. Con estas palabras el artista brasilero Yamandú Costa, de 25 años, uno de los mejores guitarristas del mundo actualmente, describe lo que sucede en sus recitales.

La descripción resulta nada alejada de la realidad, puesto que aquello ofreció en las actuaciones que tuvo en territorio ecuatoriano (dos en Quito –19 y 20 de julio– y una en Guayaquil –23 de julio–).

El trío de Costa creó universos nuevos donde la gravedad no parecía existir, donde los dulces sonidos de la “saudade” y el carnaval brasileño se intercalaron con el jazz más depurado, pero también con tangos, milongas y el folclore argentino. Un lujo absoluto.

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El guitarrista conversó con este Diario. A la cita llegó con cara de haberse despertado hace poco (“dormí mejor que la cama”, dijo bromeando) o con los efectos del jet lag, pues su semana comenzó en París, luego hizo una breve escala en Río de Janeiro y de inmediato se embarcó para Ecuador. En todo caso, lució de buen humor y distendido, para una conversación fluida e informal.

Pregunta: Han pasado dos años desde tu primera vez en el Ecuador; ¿Qué te ha sucedido en este lapso: nuevo trío, nuevos discos, giras por Europa, reconocimiento?, ¿qué ha sido lo más importante?
Respuesta: Yo recién empiezo en esto. Apenas tengo 25 años, falta mucho camino por recorrer aún. La gira por Europa, los reconocimientos han sido importantes, pero yo me concentró en lo mío: disfrutar con la música, plantearme proyectos nuevos que me interesen y me gusten. En cuanto al trío ya lo tenía formado desde hace muchos años, la vez anterior no vine con ellos porque estaba con un trabajo de solista.

P: ¿Se trata de un trío clásico de jazz?
R:No, va más allá. Es decir, no tiene ese tratamiento de introducciones e improvisaciones que a veces pueden ser repetitivas. Lo que nosotros hacemos sobre el escenario es básicamente divertirnos, pasarla bien y dialogar. Muchas veces con una mirada, damos paso a un solo de guitarra o a una fuga del bajo... Es lo que más me gusta de trabajar con Thiago y Edú: son jóvenes y talentosísimos y nos entendemos a la perfección.

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P: Bebel Gilberto, Moreno Veloso, María Rita, Paula Morelembaum, usted, etcétera. ¿Se puede decir que existe toda una generación de jóvenes artistas brasileños, hijos de músicos famosos y cada uno con un estilo distinto, que están renovando la música brasileña?
R: Sí, es cierto. La música brasileña está cambiando por el influjo de esa sangre nueva. Ahora se habla de que vamos a la “Era de los instrumentistas” frente a la anterior que fue la “Era de los poetas” en la música. Creo que hay mucha razón en eso, aunque no me parece tan correcta esa separación que se hace en Brasil bajo las etiquetas de música instrumental y música popular. La música es una sola.

P: Su padre, quien fue integrante de Los Fronterizos, ¿marcó su afición por la música?
R: Definitivamente, pero de una manera informal. Él me llevaba a las tiendas de música y me mostraba: “Hijo, este es Charlie Parker. Este otro es Astor Piazzola, no es tango, pero es bueno...” Y estaban las reuniones de músicos en mi casa, con las guitarreadas. Todo eso me marcó.

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P: ¿Y usted, también es melómano? ¿Va a las tiendas de discos a descubrir qué hay de nuevo?
R: Claro, justo antes de venir un amigo supo que venía a Ecuador y me hizo escuchar el sonido de un requinto fabuloso, Rosalino Quintero. Me gustaría escucharlo más y descubrir muchas otras cosas.

P: ¿En algún momento debemos esperar que realice algún trabajo sobre el folclore andino?
R: Tengo muchas ganas, pero regresando a lo anterior, no solo voy a la tiendas de discos sino que me interesa conocer a los artistas. Justo antes de venir estuve con un guitarrista argentino, Juan Falú. Hicimos una guitarreada, conversamos toda la noche sobre Latinoamérica y lo paradójico que resulta el tener que conocernos en Europa porque en nuestro continente no existe un circuito para los músicos del continente.

P: Eso es una penosa verdad. ¿Llegaron a alguna conclusión con Falú sobre por qué no existe un circuito musical latinoamericano?
R: No llegamos a ninguna. No queríamos deprimirnos (risas).

P: ¿Cuántas guitarras tiene?
R: Doce, pero con esta (enseña una añeja guitarra de 12 cuerdas) tengo una relación carnal y la utilizo para todo: para los grandes conciertos y para ir a la playa.

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P: ¿Ya le ha puesto nombre?
R: No, todavía no he llegado a ese nivel de intimidad (más risas). (CR)