La red fundamentalista islámica, liderada por Usama Ben Laden, ha sido acusada en unos casos y ha reivindicado en otros decenas de atentados en el mundo, que han dejado miles de víctimas.

Dirigida por Usama Ben Laden, Al Qaeda es una red internacional fundamentalista que se ha planteado como objetivo crear un régimen “califato panislámico” en el mundo, usando todos los medios, incluso por la fuerza.

Este gobierno que agruparía la totalidad de los musulmanes sería regido en forma estricta bajo el derecho islámico, para lo cual grupos extremistas trabajan en el derrocamiento de regímenes occidentalistas.

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Esto incluye expulsar a las fuerzas estadounidenses de Iraq y de Arabia Saudita, tierra que el grupo considera sagrada porque en ella está la ciudad santa de La Meca.

La red fue creada en 1988 por Usama Ben Laden, su líder actual, el erudito palestino religioso Abdullah Asma y Mohammed Atef, quien era el jefe militar de la organización y  murió en un bombardeo en Afganistán.

Se originó de una brigada internacional musulmana que se opuso a la invasión soviética de Afganistán en 1979, formada por miles de “mujaidines” extranjeros, de más de 50 países árabes, que en nombre del islam fueron a luchar una Yihad o guerra santa en Afganistán contra el comunismo soviético.

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La sede central de Al Qaeda estuvo en Peshawar, Pakistán, desde 1989 hasta 1991,  luego se trasladó a Sudán hasta 1996, cuando se reubicó en Afganistán, hasta el derrumbamiento del Talibán en el 2001, aunque aún mantiene allí campos de entrenamiento.

Financiada por la CIA
Al Qaeda fue financiada y armada por Estados Unidos y Arabia Saudita. Incluso  analistas como el experto en Medio Oriente, Hazhir Teimourian, sostienen que Ben Laden fue entrenado por la CIA (Agencia central de Inteligencia, de Estados Unidos).

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Expertos y cineastas como Michael Moore han destacado documentadamente una presunta vinculación comercial entre la familia Ben Laden y clanes petroleros norteamericanos, entre ellos la familia Bush.

El apoyo de la CIA es lo que impidió la captura de Ben Laden, pues este se ocultó en una de las fortalezas naturales más impenetrables del mundo:  el laberinto de cuevas y túneles de Tora Bora en Afganistán, sobre la helada cadena montañosa cercana a la frontera con Pakistán, de 4.000 metros de altura, rodeada de estrechos valles y abruptas laderas.

A su condición natural casi inexpugnable se sumó “la última palabra en ingeniería de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte)”, financiada por la CIA para lograr una base altamente fortificada con electricidad, calefacción, ventilación, arsenales y habitaciones en ángulos estratégicos inalcanzables a misiles.

Incluso los aviones espías Predator, que detectan emisiones de calor, no funcionan pues las cuevas permanecen cálidas aunque la superficie esté bajo punto de congelación.

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Tras la derrota soviética en Afganistán y la invasión estadounidense a Iraq,  Al Qaeda pasó a considerar a su antiguo aliado, EE.UU., como el principal enemigo del islam, y llamó a todos los musulmanes a dirigir la guerra santa contra ese país.

Esta guerra santa, según estudiosos del islam, no es más que una “politización” de las enseñanzas musulmanas que admiten la Yihad como el uso de violencia como esfuerzo de paz.  

Una base y células
Al Qaeda significa “la base”. Investigadores estadounidenses dicen que tiene un comando y control central que discute y aprueba los ataques y las decisiones importantes y que hay varios grupos en distintos continentes con ideologías similares, dispersos tras la campaña militar estadounidense en Afganistán, después de los atentados del 11 de septiembre.

A diferencia de organizaciones cerradas del pasado como las Brigadas Rojas en Italia o el grupo Abu Nidal en Medio Oriente, Al Qaeda tiene células que funcionan independientemente de la base central, con un alto nivel de autonomía y que se contactan solo en caso muy necesario.

Esas conexiones poco firmes entre los grupos hacen dudar a los analistas sobre si Al Qaeda es una organización concreta o si el nombre se refiere a una variedad de grupos conectados por objetivos ideales y métodos.

Se calcula que existen células de Al Qaeda en 50 países de Europa (se cree que están activas en Londres, Hamburgo, Milán y Madrid), América del Norte, Medio Oriente y Asia, que son centros de reclutamiento, recaudación de fondos y planificación de operaciones.

Se sabe que varios grupos radicales están o han estado afiliados a Al Qaeda, el más importante, el   ala radical de la agrupación egipcia Yihad Islámica, con la que se fusionó.

Otras organizaciones terroristas conectadas con Al Qaeda con las que comparte ideologías fundamentalistas son: el Grupo de Lucha Libio Islámico, el Ejército Islámico de Aden (Yemen),  Lashkar-e-Taiba y Jaish-e-Muhammad (Cachemira, India),  Movimiento Islámico de Uzbekistán, el grupo Salafista para Llamada y Combate y el Grupo Armado Islámico, ambos de Argelia, y el grupo Abu Sayaf (Malasia, Filipinas).

Servicios de inteligencia y expertos en terrorismo también aseguran que Al Qaeda coopera en logística y entrenamiento con la milicia radical libanesa Hezbolá, apoyada por Irán.

En Iraq, la mayoría de  atentados es reivindicado por la división de Al Qaeda en el país árabe liderada por Abu Musab al Zarqawi.

Además, las Brigadas de Abu Hafs al Masri reivindicaron para sí los ataques del 11 de marzo del 2004 en Madrid y los del 7 de julio y del pasado jueves en Londres.

Nuevos atentados
Estas brigadas advirtieron en un comunicado tras los atentados de Madrid que estos eran “el comienzo de una ola de ataques contra otras ciudades europeas”.

Esto fue ratificado esta semana después de las explosiones en el metro y un bus de Londres, cuando amenazaron en una página de internet a los países europeos con tropas en Iraq, con iniciar una guerra sangrienta y más atentados, si en  un mes no retiran sus tropas.

Quienes realizarían estos ataques serían, al igual que en Londres, miembros de una “tercera generación” de Al Qaeda, distinta de las anteriores “porque es autodidacta, arraigada en los países en que habita y dispuesta a suicidarse”, dijo el presidente del Observatorio Internacional de Terrorismo de París, Roland Jacquard.