Lo del jueves fue muy grave. ¿Uno de los mayores chascos televisivos de los que se tenga memoria, el sabotaje de la competencia en contra de un canal de TV o un ataque en contra del Presidente de la República y de un medio de comunicación? Lo cierto es que ‘Tres mujeres y el Presidente’, el espacio de Ecuavisa donde Alfredo Palacio debía aclarar sus últimas decisiones al país bajo los cuestionamientos de tres presentadoras de noticias, tuvo un final inesperado y casi abrupto.

A las 22h30, luego de 22 minutos de todos los promocionales habidos y por haber, Teresa Arboleda anunció que se suspendía la emisión del programa al no haberse podido resolver los problemas técnicos que lo volvieron inaudible.

La versión de Ecuavisa  es preocupante: “Hubo una señal de interferencia externa que afectó a los auriculares y micrófonos”, según lo señaló Beatriz Bencomo, alta ejecutiva de la televisora. Los equipos, añade, “han sido revisados exhaustivamente y no se ha detectado ninguna falla. Todo funciona normalmente.
También se ha revisado el lugar y  tampoco se ha detectado ninguna fuente de interferencia permanente que pueda explicar lo sucedido”. Los equipos utilizados ayer (jueves), afirma, están en “cuarentena” y se espera la llegada de dos técnicos externos que procedan a otra revisión.

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Bencomo niega alguna imprevisión, pues cuenta que “la semana anterior se hicieron pruebas desde el lugar de la emisión. Se ajustó la escenografía y se grabaron los promocionales con el look del programa”. Finalmente, el jueves se realizó el montaje de los equipos, dos horas antes del inicio de la transmisión.

¿Entonces, qué sucedió? “Una fuente móvil de interferencia”, señalan en Ecuavisa; donde han sido muy cuidadosos en no hablar directamente de “sabotaje”. Su explicación deja abierta las puertas a cualquier posibilidad, en espera de los resultados de una investigación de los organismos gubernamentales que se anuncian para el martes.

La idea del boicot intencionado cobró vida en las misma palabras del Presidente de la República cuando la noche del fallido programa, visiblemente molesto, habló de una “interferencia inexplicable” que su “Gobierno va a investigar como garantía de su respeto a la libertad de prensa”. Si el Jefe de Estado se pronuncia en esos términos, seguramente en su entorno se maneja información que lo avale.

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La situación es confusa: Alfonso Ortiz, un supuesto representante de un organismo de protección de los derechos humanos, llamó la misma noche del jueves a la redacción del diario El Comercio para responsabilizar del sabotaje a la Secretaría Nacional de Telecomunicaciones (Senatel). Es decir, ¿un organismo estatal atacando a un  medio de comunicación y al Presidente de la República? Eso es de locos. La institución ha negado cualquier participación por medio de un boletín de prensa.

Sometamos la teoría del sabotaje a revisión. Lo primero por tener en cuenta es que en los días previos al programa había un cierto malestar en el ambiente televisivo porque se decía que en principio el presidente Palacio iba a comparecer en cadena nacional con periodistas de varios canales, pero luego decidió conceder la entrevista en exclusiva a Ecuavisa. ¿Puede haber llegado a tanto la “guerra de canales” que alguna televisora de la competencia decidió interferir?

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Esa posibilidad significaría que la “guerra entre canales” ha caído al más bajo de los peldaños, pero también indicaría que un canal o varios canales tienen tecnología no solo para transmitir sino para interferir sobre la señal del resto. Lo cual da escalofríos. Hay un cabo suelto en esta teoría: si hubo sabotaje, el mismo trascendió lo meramente televisivo para transformarse en un ataque en contra del Presidente de la República. Es decir, se pasa a escenarios mayores.

Guerra electrónica o chapucería
Como antecedente inmediato hay que recordar que en los días finales del régimen de Lucio Gutiérrez, radio La Luna sufrió una suerte de “guerra electrónica” que en un momento dado la sacó del aire y luego afectó seriamente su potencia de transmisión. Esos hechos nunca se aclararon, se perdieron en el “show” televisivo montado con la exhibición de unos equipos viejos de intervención telefónica.

La interferencia sistemática en los equipos de un canal “es una operación tecnológica a gran escala”, señalan los expertos en el funcionamiento técnico de la TV. Si algo así se produjo la noche del jueves, la libertad de prensa está frente a un riesgo mayúsculo, porque, además, los organismos de seguridad del Estado han negado reiteradamente poseer equipamiento. Entonces, ¿quién o quiénes tienen los equipos? Ya no se puede seguir evadiendo semejante cuestionamiento.

Ahora bien, tampoco cabe desechar una posible chapucería de los técnicos de la televisora. En el Gobierno tampoco se lo hace. Andrés Seminario cuenta: “El programa comenzó con retraso, desde las 21h00 que llegamos con el Presidente de la República vimos un intenso ajetreo de técnicos”. Sin embargo, en Ecuavisa se sostiene que la interferencia vino al inicio del programa y se fue con la suspensión.

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Las fallas técnicas son frecuentes “debido a las condiciones con las cuales se trabaja en la TV ecuatoriana”, dice un productor independiente que prefiere la reserva. “Algún cable podrido, un conector en mal estado. Eso suele suceder.” Y lo recordamos: ¿Cuántas veces hemos visto a los conductores de ‘Contacto Directo’ arrancarse disgustados los audífonos porque no funcionan correctamente o no entenderse con sus invitados porque no los escuchan?

Desgraciadamente, las famosas fallas técnicas son “el pan nuestro de cada día” en la televisión nacional, como reza el segmento de ‘Buenos Muchachos’ que se basa en manipular para sus fines la cantidad de silencios, las notas que no salen, las equivocaciones y demás horrores técnicos que suceden, día tras día.

Hasta hora no había pasado nada de tal magnitud, es cierto, pero cada vez es más notorio un atraso tecnológico en la TV ecuatoriana. Por eso, Ecuavisa, también debe hacer una seria auditoría técnica interna y ofrecer con transparencia los resultados.

Cualquiera sea la explicación, lo del jueves fue muy grave. Por eso no puede quedar suelto. Cabe esperar en principio que la entrevista se retome como un símbolo de efectivo respeto a la libertad de expresión y que las investigaciones ahora no se conviertan en “shows” sino que se dé con los responsables.

Tres momentos importantes en la fallida entrevista de las Tres mujeres al Presidente de la República: luego de 25 minutos de promocionales, Teresa Arboleda saca de la angustia una sonrisa para anunciar que no pueden continuar porque los problemas técnicos no se resuelven. El presidente Palacio pone a Guayaquil de testigo en la “interferencia inexplicable” y anuncia que su Gobierno iniciará una investigación como muestra del respeto a la libertad de expresión. El cierre anticipado del programa: las tres mujeres y el Jefe de Estado se despiden.