Laura Porras, de 56 años de edad, ha trabajado durante 27 años en un puesto ubicado en la calle Pichincha. Primero tenía su espacio de venta de comidas al lado de Casa López, un almacén de venta de artefactos para el hogar. Pero cuando se enfermó solo se quedó con su puesto de pilas, cuchillos y cepillos.

Ayer se mostró angustiada por el cambio que dará a su negocio desde el próximo 26 de julio. En esa fecha más de 160 comerciantes ingresarán al nuevo centro comercial General San Martín (Inclana y Av. Pichincha).

Se trata de un edificio de tres plantas con pequeños espacios solo un poco más grandes que una cabina telefónica, en los cuales los comerciantes informales de la Asociación San Martín se ubicarán, con el fin de mejorar el orden en esa zona.

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En el sitio, considerado de alta incidencia delictiva, los vendedores de ropa, discos compactos y otras mercaderías, desde puestos armados con palos y plásticos, dijeron temer que la venta no será igual en el área cerrada.

Laura Porras dijo que no hubo una organización de los vendedores para combatir a los ladrones que, amparados en el tumulto, cometían asaltos. Reconoció que la situación de seguridad mejorará con los nuevos locales.

El edificio costó 1’300.000 dólares y los comerciantes pagaron 1.500 dólares en cuotas bajas para comprar el espacio. Sin embargo, no todos se beneficiarán.
Más de setenta socios de otras asociaciones deberán esperar a tener un nuevo local.