La criminalización a estos jóvenes es igual en Ecuador como en España, dice Nelsa Curbelo, de Ser Paz.

Preocupados por la sicosis en que está cayendo la sociedad española por la expansión de las denominadas bandas latinas, en particular de  ecuatorianos, a quienes “injustamente” se los ha asociado como delincuentes, el gobierno de  Cataluña emprendió un plan dirigido a  integrar a estos jóvenes.

El interés creció tras una semana de jornadas realizadas en Barcelona en los primeros días de este mes y que convocaron a unas 300 personas, entre antropólogos, sociólogos, sicólogos, profesores de educación secundaria y miembros de la policía. Entre los invitados extranjeros estuvo Nelsa Curbelo, presidenta de la ONG ecuatoriana Ser Paz.

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La sociedad española expresó su  preocupación por prevenir el crecimiento de estos grupos asociados en su mayoría con colombianos, pero más con ecuatorianos, a quienes se les ha lanzado el común denominador  de bandas como sinónimo de violencia y   amenaza a la comunidad.

A las jornadas siguieron seminarios con personas del área judicial, prevención, cárceles, profesores de educación secundaria con el objeto de entender el problema y  saber cómo prevenir e intervenir.

Lo primero fue analizar y deshacer la ecuación ecuatoriano igual pandillero, porque “no es cierta” y luego deshacer la ecuación pandillero-delincuente, porque “tampoco es real”. “No toda la gente que está en pandillas o bandas es delincuente y no todo ecuatoriano es pandillero. Son ecuaciones injustas y xenofóbicas y hace que no podamos entendernos”, anota Curbelo.

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“A cualquier joven latinoamericano le relacionan como miembro de una banda, pero según datos policiales solo son entre el 2 y 4%”, explicó Carlos Freixa, profesor de antropología de la  Universidad de Lleida.

Entonces se partió por conocer el problema y entender lo que está pasando con los jóvenes. “Ahora la sociedad española tiene mucho más clara la situación e incluso me han preguntado si el error puede estar en ellos”, dice Curbelo.

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Los medios de comunicación fueron criticados por los expertos por contribuir  a la criminalización de las bandas. Freixa acusó a algunos de provocar ‘pánico moral’  y de difundir una imagen confusa y distorsionada de los jóvenes inmigrantes latinoamericanos y de las propias bandas.

Propuestas
Los jóvenes tienen que integrarse a la sociedad, pero esta tiene miedo. “Hay que reconvertir el potencial de los grupos, desdramatizar el conflicto. Son niños y jóvenes entre 13 y 18 años y la gente les tiene pánico. Es necesario intervenir a tiempo porque para ellos el paso al delito “es la pendiente más fácil”, según Curbelo.

“Los españoles dicen que las bandas pueden vestirse, escuchar su música y hacer lo que quieran con una sola condición: no quieren violencia, ni armas”, señala Curbelo.

El aspecto principal es intentar  que los grupos no queden aislados sino que se integren a la sociedad catalana y evitar que  formen guetos.

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Los guetos incentivan la violencia, entonces la política clara es impedir que se formen.

La líder de Ser Paz dice que a los españoles les hizo la observación de la exclusión y discriminación a los inmigrantes, a quienes se les da los trabajos que ellos no quieren y se les niega la posibilidad de superarse, lo que implica un obstáculo para la integración.

Se formaron comisiones para analizar la forma de ayudar a los jóvenes, partiendo por aquellos que están presos en las cárceles y en los colegios para prevenir y evitar que se lleguen a formar grupos de bandas delincuenciales.

Curbelo agrega que los compatriotas están preocupados porque tienen la imagen en la sociedad española de ser los que traen bandas juveniles. “Pero no solo son las bandas, también son los padres porque hay un dicho entre los españoles que los ecuatorianos son muy buenos trabajadores de lunes a viernes y de viernes a domingos los que dan más problemas. Echan basura por todas partes, ponen música a todo volumen, toman harta cerveza y se pegan la borrachera del siglo”.

La situación de las pandillas se analizará en otra reunión en Barcelona, auspiciada por las Naciones Unidas en septiembre próximo.