“Cuando de un viejo pasado nada subsiste, los aromas y sabores permanecen aún por largo tiempo, como almas que cargan sin doblegarse... el edificio inmenso del recuerdo” (Marcel Proust).

De la gastronomía, cada vez se habla más pero raros son los que se detienen a pensar que no es solo el placer de los ojos y del paladar en un espacio privilegiado de alimentación diferente a la cotidiana, sino también un mestizaje feliz entre la cultura de pueblos diferentes y uno de los mejores documentos sobre la historia de la humanidad y de nuestro pasado sentimental y con frecuencia, discurso poético o filosófico.

Todos guardamos emociones olvidadas y basta que nuestros sentidos nos hagan detener delante de un alimento, aroma, lugar, foto, libro u otro objeto, para reencontrar tesoros de emoción que yacen agazapados en nuestra memoria, habida cuenta que las sensaciones y los objetos tienen el poder mágico de remontarnos en el tiempo hasta llegar a capturar para siempre momentos únicos donde objetos y gastronomía enlazados nos hacen emprender ese viaje singular que va más allá de la nostalgia, permitiéndonos recuperar momentos para que no sufran el olvido. Un destello nostálgico es provocado hasta por la foto de una abuela de mirada antigua, perdida entre las páginas amarillentas de un viejo cuaderno de recetas de cocina con escritura caligrafiada.

Arroz alrededor del mundo con 300 recetas, en el que figura Ecuador, podría describírselo como un libro que pasará a ser un documento histórico, pues fue publicado en 2004 por Naciones Unidas como respaldo al Año Internacional del Arroz, declaración hecha por esa organización para atraer la atención del mundo sobre el problema inquietante de disminución de la producción arrocera frente a la explosión demográfica mundial.

De contenido diferente al anterior, el libro En la mesa de los Reyes, de la princesa Marie-Blanche de Broglie, propone al lector un festivo trayecto culinario-histórico a través del relato de recetas de la cocina francesa desde Francisco I hasta Napoleón III, donde podemos seguir la influencia que tuvo esa cocina en el resto del mundo. Ella nos dice cómo la cocina europea se enriqueció con productos provenientes de América Latina, entre ellos el ingreso del chocolate en la cortes europeas, donde unos le añadieron azúcar y vainilla y otros canela y pimienta. Habla también del refinamiento de la comida en Europa, reservado a la aristocracia hasta el siglo XIX, como lo muestra la Corte de Luis XIV donde la gastronomía brillaba en todo su esplendor.

La buena mesa se construye con hombres y mujeres que exploran su imaginación, sacando a relucir su genio personal dentro de un espacio armónico que bien podría considerarse como taller-museo de artistas-culinarios que trabajan para lograr obras maestras.

Dado entonces que la cocina es un arte serio vinculado a gobiernos, reinos, imperios, conquistas, religión y filosofía, numerosos son los hechos cruciales de la humanidad que se han desarrollado alrededor de una mesa. Basta recordar la Santa Cena y el Banquete de Platón, los dos banquetes más célebres de la historia.