El anuncio de los escuadrones paramilitares de ultraderecha de Colombia de formar un movimiento político, desató este viernes polémica y advertencias sobre los riesgos para la democracia si mantienen sus estructuras armadas.

El jefe político de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), Iván Roberto Duque, dijo a Reuters que la desmovilización de esa organización, que mató a miles de civiles bajo la sospecha o acusación de haber cooperado con la guerrilla izquierdista, no implica el final de su lucha.

El líder paramilitar no solo anunció que legalizarán su lucha política cuando concluya la negociación de paz con el gobierno del presidente Alvaro Uribe, sino que reconoció que al amparo de las armas conformaron estructuras de poder local y regional en los últimos años.

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El aspirante a la presidencia por el Partido Liberal, Horacio Serpa, apoyó la incursión de los paramilitares en la contienda política, pero la condicionó al desarme de todas sus estructuras, con las que intimidaron por años amplias regiones del país en medio del conflicto interno.

"Tienen que previamente abandonar las estructuras militares, no podrán hacer uso de las armas, no podrán hacer coacción, no podrán obligar a nadie en su labor proselitista, sencillamente asumir un comportamiento semejante al que cumplimos las colectividades políticas democráticas", afirmó.

Los paramilitares son grupos ilegales armados que surgieron en la década de 1980 con el apoyo financiero de ganaderos, terratenientes, comerciantes y narcotraficantes perseguidos por la guerrilla izquierdista.

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Grupos de derechos humanos temen que pese a la negociación de paz los paramilitares no desarticulen por completo sus estructuras ilegales armadas ni abandonen el crimen.   

Votos sin armas

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La negociación de paz con las AUC, considerada por Estados Unidos como una organización terrorista que se financia del narcotráfico, permitió que cerca de 5.900 de sus combatientes entregaran las armas en los últimos dos años.

El gobierno aspira que a finales del 2005 la totalidad de sus 20.000 integrantes estén desmovilizados.
El candidato presidencial del izquierdista Polo Democrático, Antonio Navarro, quien perteneció a la guerrilla del M-19 y firmó un acuerdo de paz dejando las armas en 1990, advirtió sobre el riesgo de que los paramilitares combinen el debate político con las armas.

"Empezar a hacerlo (intervenir en política) cuando no hay claridad de que van a desmontar todas sus estructuras, todas sus formas de coerción, es combinar todas las formas de lucha y eso si es totalmente inconveniente", declaró.

Navarro denunció que en el pasado reciente los paramilitares impusieron, al amparo de su fortaleza militar, candidatos únicos a alcaldías y a gobernaciones.

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"Si se desmontan totalmente bienvenidos, que hagan política, que consigan votos, pero sin armas", concluyó.

Por su parte el ex ministro de Defensa y aspirante presidencial del Partido Liberal, Rafael Pardo, dijo que la intervención en política de los paramilitares sin comprobarse que hayan pagado las condenas que les puedan ser impuestas y abandonado las armas, podría ser fatal para la democracia.

"Lo que habíamos denunciado desde hace algún tiempo en el sentido de que las autodefensas estaban montando una estructura política al amparo del proceso de paz, todavía con las armas y ejerciendo violencia, eso realmente es un desastre para democracia.