El hallazgo arqueológico del sacrificio de un niño como ofrenda prehispánica de consagración en los cimientos del Templo Mayor de México, demuestra que los infantes también participaban en la guerra, informó este viernes la responsable del proyecto.

La arqueóloga mexicana Jimena Chávez detalló este viernes que la ofrenda del infante, de aproximadamente cinco años de edad, tenía cascabeles y caracoles.

Chávez cree que se puede tratar de una ofrenda relacionada con Huitzilopochtli, el dios mexicano de la guerra.

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Especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), que hace un mes realizaban trabajos de sondeo en el Templo Mayor de Tenochtitlán, donde se asienta hoy Ciudad de México, encontraron esta pieza considerada como única en su género.

El sacrificio infantil se asociaba a las peticiones de la lluvia que se hacían al dios Tláloc, pero esta ofrenda contrasta con el resto de los depósitos rituales encontrados.

Según Chávez, el cuerpo del niño estaba enterrado completo en una postura inusual cerca de la efigie de la diosa Coyolxauhqui, en una zona del Templo Mayor sólo asociada con el dios Huitzilopochtli.

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"El hallazgo es importante porque cambia nuestra visión, sabíamos que en los sacrificios de consagración en la guerra no se involucraban a infantes. Ahora vemos que sí sucedía y por ello tendremos que hacer el análisis completo para saber en qué términos se realizaban", abundó la arqueóloga.

La posición en que se encontró al niño es similar a la de una rana, es decir, con las piernas abiertas y dobladas, el torso y la cabeza rotadas, en tanto que el brazo derecho estaba extendido hacia el noroeste y el izquierdo en el centro.

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"Entre los objetos que acompañaban al individuo destaca un anillo de madera, que originalmente descansaba sobre el pecho, pero con la fuerza de la gravedad se colapsó un poco hacia el torso", comentó Chávez.

También relató que en el codo del niño se encontró otro anillo de madera partido por la mitad y un conjunto de instrumentos musicales, a lado de una esfera de copal.

"Hacia el sur hay restos de lo que puede ser un cuchillo de obsidiana. Mientras, en los tobillos hay atavíos que son ajorcas (argollas metálicas decorativas) y cascabeles", agregó la antropóloga.

Se mostró sorprendida por la presencia de las ajorcas, que solían llevar únicamente guerreros y adultos con ciertos poderes, nunca los infantes.

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"Tampoco sabemos la edad precisa, aunque consideramos que tenía cinco años. El sexo lo sabremos después de moverlo y llevarlo a laboratorio para las pruebas pertinentes", concluyó Chávez.

Con esas pruebas y el análisis de los objetos que acompañan a la ofrenda la antropóloga espera obtener información detallada sobre el enterramiento.

También indicó que por la posición y la edad del infante es posible que se trate de un sacrificio de consagración al edificio.

"El cuerpo está pegado bajo una escalera que formaba parte del funcionamiento, cuando se decidió ampliar el edificio se llevaron a cabo ceremonias, entre ellas creemos que los sacerdotes depositaron al niño, después lo cubrieron y continuaron con las obras", añadió.

Por último precisó que los antropólogos que estudian el caso tendrán que analizar si hay contusiones y huellas de cortes para determinar las causas de la muerte del infante.

Este hallazgo es el 111 desde 1978, año en que se exploró por vez primera el Templo Mayor, construido en el siglo XIV y destruido en el XVI.