A sus 65 años, Sara Flores se ha convertido en una microempresaria emprendedora. Aprendió a confeccionar cojines para decoración con 21 puntadas diferentes y ahora las comercializa en su barrio, en el bloque 8 de Bastión Popular, y bajo pedido.

Los ingresos le permiten ayudar a su esposo con los gastos de la casa y mejorar sus condiciones de vida.

Sus confecciones fueron parte de la Expoferia de Julio, en la que los alumnos de los Centros de Atención Municipal Integral (Cami) mostraron los trabajos desarrollados durante los cursos.

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La exposición, que se efectuó en el Fortín del Malecón 2000, desde las 10h00, busca que los microempresarios de sectores populares que se forman en los Centros de Formación Artesanal del Cabildo muestren sus habilidades y comercialicen sus productos a bajo costo.

Sara vendía cada cojín a 5 dólares en uno de los quince stands que se instalaron en la zona para exponer la variedad de artículos de belleza, corte y confección, bisutería, cocina, arreglo de fiestas y decoración del hogar.

Magaly Marca, de 35 años, y Raquel Aguirre, de 25, mostraron las carteras, sandalias y cintillos tejidos que confeccionaron en los talleres del Cami 10. Los precios fluctuaban entre uno y 10 dólares, en el caso de las carteras grandes con agarraderas metálicas.

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Magaly lleva año y medio en los talleres, que van desde el nivel básico al avanzado. “Sí se vende, por lo general en el barrio (Los Vergeles) la gente me pide y yo les hago a su gusto. Con eso me ayudo”, dice.

Con una técnica similar, pero empleando cuerina y tela, las alumnas de zapatería también diseñaron calzados, zapatillas y carteras, que tuvieron alta demanda entre los visitantes. Tanto, como los platos típicos y los postres.

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Las estudiantes de corte y confección mostraron en maniquíes vestidos de novia y de quinceañeras, mientras que las de belleza realizaron manicures y pedicures a un dólar y trenzas a 3 dólares.

En la feria no faltó la música, que estuvo a cargo de los grupos folclóricos, ni la animación, con un desfile de modas de las jóvenes de los Camis.

Pero, sobre todo, fue una oportunidad para hacer negocios. Un empresario se interesó por las artesanías de Sandra Correa, hechas con cáscara de choclo, para venderlas en el exterior.