Las diferencias que no han sido superadas entre Ecuador y Colombia y el temor de involucrarse en el conflicto interno de Colombia arruinaron la Política de Seguridad de la Frontera Norte, emitida en el año 2000, que tenía como objetivo tener una frontera más segura y desarrollada, como la mejor prevención ante las consecuencias del conflicto colombiano.

Faltó continuidad y firmeza para implementar y ejecutar una política de Estado,  venciendo los elementos obstaculizadores que se originan en sectores que se ven afectados con la implementación de controles fronterizos adecuados, o  simplemente adoptaron una actitud de laisse faire  más cómoda aduciendo la inexistencia de una política de seguridad.

La única estrategia  sectorial que ha sido implementada en forma suficiente, en estos cinco años,  ha sido la militar, luego de haber logrado la firma del Concepto Estratégico Nacional por parte del Presidente de la República en el Cosena, para la protección de la soberanía nacional.

Las diferencias marcadas pero no insalvables entre Ecuador y Colombia son de concepto, seguridad, estrategia y diplomacia.

Para el Ecuador, Colombia vive un conflicto interno, mientras que para Colombia es una lucha contra el terrorismo y el narcotráfico; no obstante, el Ecuador en la reunión de cancilleres y ministros de Defensa realizada en Bogotá, en marzo del 2003, no reconoció como terroristas a las FARC.

Para Ecuador la seguridad se encuentra diferenciada de la defensa y pone énfasis en el desarrollo social y económico de la frontera norte y en las acciones no militares; mientras que en Colombia la defensa y la seguridad se encuentran fusionadas en razón del conflicto armado que vive.

La estrategia militar para el Ecuador es de vigilancia, protección y en última instancia, de ser necesario, de defensa; mientras que en Colombina es de carácter ofensivo, con la intensión de aniquilar y quebrantar la voluntad de lucha de los grupos insurgentes, para llevarlos forzados a una negociación que permita según los planteamientos oficiales a un restablecimiento de la paz.

La diplomacia ecuatoriana es preventiva; es decir, orientada a prevenir la configuración de conflictos, buscando a través de la negociación cambiar la lógica de confrontación a la de cooperación, en función del derecho internacional y de los convenios internacionales binacionales y de los firmados en el marco de la ONU, OEA y CAN.

Colombia, en tanto, sigue una diplomacia pública persuasiva para lograr cooperación con su política de seguridad democrática y especialmente con su estrategia militar.

Sin embargo, estas marcadas diferencias no deben ser un óbice para tener una posición de país, con una política de seguridad clara en base de una agenda negociada que integre en una sola a la política exterior, de seguridad interna y de defensa.

En el ámbito externo los acuerdos deben ser abordados en forma multilateral y cooperativa, coherente con la intención de “reforzar toda la estructura mundial”, en los aspectos: judicial, policial y legal, como propuso Kofi Annan, en noviembre y en marzo pasados, en Madrid.

El Mercosur, con esta misma intención, acordó una política regional contra el terrorismo, para tener en la subregión una inteligencia común, una política migratoria y una política de seguridad interna, que favorezca la identificación de los flujos del narcotráfico, de los precursores y del tráfico de armas.

Sí es posible, por lo tanto, en uso de la soberanía y manteniéndose al margen del conflicto colombiano, tener una política de Estado y retomar los planes abandonados, para tener una frontera desarrollada y una población más protegida por el Estado.