No encuentro en el ámbito nacional alguna gran noticia que comentar. Todas las de primera página son repeticiones y derivaciones, más o menos cansinas, sobre temas que solo tiempo atrás fueron realmente noticia. Así que centraré mi artículo en esa falencia. Y señaladamente en su relación con el tiempo, mejor dicho con la pérdida de tiempo que aquello denota y que caracteriza en gran parte la vida nacional. Así como en la realidad que allí subyace, o mejor dicho en la evasión de la realidad, algo que también nos caracteriza y nos hace vivir como jugando alguno de esos pasatiempos que conllevan evadir la realidad.

Tomo, por ejemplo, la primera noticia de la portada de este diario ayer, cuyo párrafo inicial transcribo: “Mañana empezarán las vacaciones que por un mes tomarán los diputados, pero sin que hayan evacuado una de sus principales tareas previas: designar un Contralor General titular, que sustituya a Genaro Peña, subrogante por cerca de tres años”. La que le sigue habla del congestionamiento en las ventanillas del IESS por la expectativa creada en los afiliados sobre la devolución de sus fondos de reserva. Y cierra esa página la noticia de que “empezaron las investigaciones” relativas al engaño descubierto en las pruebas de admisión de vigilantes de tránsito.

¿Cuántos años llevamos reformando o cambiando constituciones, leyes y reglamentos para la designación oportuna y  satisfactoria de los más altos magistrados y funcionarios? ¿Cuántos para diseñar y organizar un sistema eficiente de la seguridad social? ¿Cuántos para procurar que la corrupción no comience en la casa, siga en la escuela y prosiga, por ejemplo, en la Escuela de Formación de Oficiales y Tropa de la Comisión de Tránsito del Guayas? De hecho en estas y muchas otras cosas seguimos siempre en lo mismo.

Aunque últimamente, debemos reconocerlo, nos hemos atrevido a más. Por ejemplo a eliminar los altos tribunales que funcionaban mal o dejaban mucho que desear. ¿Que el Tribunal Constitucional y la Corte Suprema de Justicia estaban mal? Pues entonces, a eliminarlos. Llevamos ya meses sin ellos, estableciendo una marca que contempla “atónito el mundo”, como dice nuestro himno nacional. Y ahora, para restablecer la Corte Suprema, lo estamos intentando no de acuerdo a lo previsto en la Constitución sino en un reglamento que a lo menos en parte, ha dejado boquiabierto a Despouy, el relator de la ONU que acaba de visitarnos, quien no obstante su pericia diplomática no ha podido disimularlo.

Eliminar sencillamente las instituciones o algunas cosas mal manejadas como que nos está gustando. ¿No será por eso que como el IESS maneja mal los fondos de reserva, hemos decidido que lo mejor es eliminarlos del sistema de seguridad social? ¿O que, como nos han defraudado muchos políticos y sus partidos una fuerte corriente de opinión propugna suprimirlos, a lo menos temporalmente, del escenario nacional? ¡Que se vayan todos!, fue un grito que se elevó hace poco. Y algunos de los que teorizan estos días sobre la “democracia directa” que suena tan bonito, lo que están es secundando, quizá sin pretenderlo conscientemente, un ensayo “a la ecuatoriana” de país sin gobierno.

El tiempo encierra un valor imponderable, que cuando se pierde es muy difícil de recuperar. Y la realidad, a despecho de los que piensan que es subjetiva y consecuentemente relativa o inexistente, es implacable, para bien o para mal.