Falta de dinero y de organizaciones que asuman las restauraciones dificulta el rescate de las viviendas.

La identidad arquitectónica de Guayaquil se pierde en medio de la carcoma, la humedad del trópico y las telarañas. Las casas patrimoniales, referentes de la historia de la ciudad, se destruyen por falta de mantenimiento, de dinero y hasta de interés de sus propietarios.

Desde 1995 hasta la fecha, según datos de la Subdirección Regional de Patrimonio Cultural, 14 viviendas declaradas patrimonio se perdieron. Fueron desafectadas (sacadas del patrimonio) para demolición o traslados, debido a su mal estado de conservación.

Publicidad

El problema se mantiene ahora con dos de las 91 casas patrimonio que tiene la ciudad: una situada en Malecón y Elizalde, donde funcionó el hotel París y que pertenece  a la compañía Corasa, y la de Vicente Rocafuerte, en Tomás Martínez y Rocafuerte.

En el primer caso, los propietarios piden la desafectación para demolerla porque consideran que no es factible restaurarla. Aparicio Caicedo, representante legal de Corasa, señala que la casa es un peligro inminente en la zona porque está inclinada y los cimientos se han deteriorado.

Incluso, el Municipio desligó su responsabilidad en caso de que el inmueble colapse, en un aviso publicado el 12 de junio pasado, e insistió en la desafectación del inmueble “que ha perdido su valor arquitectónico por la precaria situación estructural...”.

Publicidad

Pero Lilian Ricaurte, arquitecta de Patrimonio Cultural, señala que la vivienda no debe demolerse por su valor histórico: es el único testimonio de la actividad hotelera de inicios del siglo XX y une la historia actual con la época de los astilleros por su construcción de tipo naval.

Además, sus bases y el 55% de la vivienda se encuentran en buen estado, por tanto es totalmente recuperable.

Publicidad

Según se determinó en una inspección realizada por la entidad, el problema era que en el patio interior se habían levantado planchas de zinc y eso aceleraba el deterioro. “Se les comunicó a los propietarios que tenían que hacer un apuntalamiento técnico y que debían colocarle la cubierta, pero no lo hicieron”.

Esa fue una de las causas para que la vivienda se haya deteriorado de manera acelerada, aunque Caicedo indica que a la casa se le dio mantenimiento hasta que era habitable y fue posible.

Ricaurte señala que enviaron una comunicación al Municipio para que a través de un convenio ellos puedan restaurar la casa como se hizo con el barrio Las Peñas, pero no tuvieron respuesta.

Luis Pérez Merino, director de Urbanismo del Cabildo, indica que no pueden intervenirla por ser un bien privado y que no cuentan con el presupuesto para hacerlo.

Publicidad

Una casa de este tipo, señala Jean Paúl Demera, arquitecto restaurador, cuesta entre 200.000 y 300.000 dólares.

Según Pérez, a esa casa se le han sacado 10 planchas de zinc para que se deteriore más rápido y que igual ocurre con otras viviendas para que se deterioren y se demuelan.

Los propietarios deben hacer los arreglos de una casa patrimonial, dice Ricaurte.

El Estado no le da dinero a Patrimonio para restaurar ni para realizar investigaciones. Su labor es de asesoría: indica qué arreglos tienen que hacer y vigilan su cumplimiento.

En el caso de la vivienda de Vicente Rocafuerte, por ser un bien público, el Ministerio de Educación la dio en comodato al Municipio para su restauración y puesta en valor.

Pérez señala que a esa casa se le hará un levantamiento de la fachada, que es lo menos deteriorado, para restaurarla con piezas auténticas y nuevas. El resto se reconstruirá.

A más de estas casas, otras cuatro: la 136, 137, 140 y 142 del barrio Las Peñas están con las paredes cuarteadas y apolilladas. Pérez dice que serán intervenidas en el plan de conservación el año próximo.

Hasta tanto, Fernando Guarderas, propietario de la casa 142, pide se coloque algún tipo de seguridad por el peligro que representa.