Mónaco se vistió de blanco y rojo –los colores del pequeño principado– para celebrar hoy la entronización del príncipe Alberto II, quien desea que la ceremonia sea una “fiesta familiar” para sus súbditos.

Las calles del principado están adornadas con escudos que llevan el monograma del príncipe, una doble A coronada, y sobre el puerto una decena de pequeñas tiendas blancas y rojas y un podio han sido instalados frente a los yates rutilantes, para el baile de la noche.

En la mayor parte de las vitrinas asoma el nuevo retrato oficial de Alberto, de 47 años, un príncipe deportista y soltero que desde niño ha sabido que sucedería en el trono a su padre, Rainiero III.

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La entronización será la ocasión de una “comunión con la población monegasca” tras el luto de tres meses observado con motivo de la muerte de Rainiero, subrayó Alberto II.

A la reunión no asistirán las celebridades ni los jefes de Estado, que participarán el próximo 19 de noviembre en ceremonias más solemnes. Por los atentados cometidos en Londres, el principado aumentó el jueves pasado el nivel de seguridad de su plan Vigirenfort. 

La misa de acción de gracias que iniciará la ceremonia será oficiada antes del mediodía en la catedral, donde fueron inhumados los padres de Alberto, la actriz de Hollywood Grace Kelly, muerta en 1982 en un accidente de tránsito, y Rainiero III, fallecido el pasado 6 de abril a los 81 años. La entrada estará reservada a los monegascos que tengan boleto.

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Luego, en la tarde, se espera que unas 6.000 personas asistan a la plaza del Palacio, donde Alberto pronunciará un discurso.