Esta noche ofrece un concierto en el Teatro Centro de Arte (km 4½ vía a Daule). En su programa hay obras de Albéniz, Ravel,  De Falla y Liszt.

Finales de la década del setenta: acompañó a sus padres a  hacer las compras navideñas y en un almacén de juguetes de Quito, la ciudad donde nació, se deslumbró con un organito de pilas. Ellos, que fueron testigos de esa ilusión infantil, decidieron comprárselo. Luego de un tiempo le obsequiaron un instrumento más grande y al año siguiente le llevaron a la casa un piano de verdad.

Diciembre del 2004:  durante el sepelio del príncipe Bernardo de Holanda, la Casa Real Holandesa tocó la música que al monarca le gustaba. Entre sus predilecciones estaba   un álbum  editado en 1998, de   música ecuatoriana, interpretada al piano.  Los temas nacionales del país sudamericano  se oyeron  en esa ocasión.

Publicidad

Entre la primera  y la segunda historia  hay más de 25 años de distancia, pero   ambas tienen conexión con Boris Cepeda Hernández,  pianista ecuatoriano de 31 años, residente en Berlín, Alemania. Él  ha logrado construirse una carrera musical fuera de su patria. Sin embargo, gran parte de su trabajo está  sustentado  en la tradición musical de su país.

Con sus padres, que eran de oficio  carpinteros, aficionados a la música popular  y  tocaban   guitarra,  escuchó las canciones tradicionales del Ecuador  y  de Latinoamérica.
Esas melodías se  le quedaron asidas al oído. Por eso las interpreta, las rememora.  Cree que el  día que acudió con ellos  a realizar  las compras de Navidad  y  se enamoró de ese  organito de pilas,    emergió  la vocación que, quizá, sin saberlo,  animaron  en él. Tenía entonces 4  años.

Lo que siguió fue que le  contrataron una maestra de piano.
Y ella, al cabo de 12 meses, les dijo: “con él he hecho lo que conozco, lo que sé, busquen a otro profesor que lo acompañe en su carrera. El chico es talentoso y aprende muy rápido”.

Publicidad

Cepeda recuerda  que con su primera maestra  descifró las notas, entendió que estaba ante  una especie de tesoro y que tenía la clave para ingresar a él. Ese fue su mayor descubrimiento. A los 6  años ofreció su primer concierto público y tuvo  una cálida recepción.  Ese hecho lo animó.
De allí en adelante  su vida giró en torno a los  estudios de piano, a las presentaciones y al colegio.

Cuando se graduó de bachiller, vino una etapa de decisiones: quedarse o irse del Ecuador. Elegir una carrera universitaria u optar definitivamente por la música.
Escogió salir. Su destino fue  Alemania. Había estudiado en el colegio Alemán Humboldt  de Quito, sabía el idioma y tenía algunos contactos. Buscó becas, pues sabía que sus padres no tenían posibilidades de solventar sus estudios en el exterior. Así ingresó a la Universidad de Bellas Artes de Bremen.

Publicidad

Logró su preparación musical. Aprendió del rigor de la academia universal. Después otra vez estuvo abocado a las decisiones: retornar o quedarse. Volver al país, a la incertidumbre que significa tratar de vivir de la música en el Ecuador, o buscar un espacio en el competitivo escenario musical de Alemania. Decidió quedarse. Ser músico y vivir de la música en Europa.

Pero ¿cómo construirse un nombre propio? ¿cómo encontrar  un camino?  ¿qué propuestas  desarrollar en un espacio   donde la excelencia es la regla y no la excepción? 
“En la universidad aprendí que si uno se pone a hacer lo mismo que hacen otros,  o lo revoluciona por completo para poder decir algo nuevo, o mejor se calla”, dice Cepeda.

Es un convencido de que a más de la técnica,  es importante tener algo de uno, propio. Y gracias a la música que escuchó en casa con sus padres (su papá falleció el año pasado. Su madre, Lucía Hernández,  vive en Quito) sabe que Ecuador es dueño de una tradición musical grande, que no es  conocida.  Entonces se le ocurrió rescatar aquella  tradición a través del piano. “En los  conciertos que hago en Europa toco música de autores ecuatorianos. La acogida  es  grande, primero porque es desconocida y segundo porque es música bonita”, refiere. Esta fue  su fórmula para abrirse un lugar. Y la otra fue  no encerrarse exclusiva y estrictamente en el mundo del piano, sino también nutrirse de otras manifestaciones de arte y de actividades que complementen su visión artística.

Trabajó  como agregado cultural de la Embajada de Ecuador en Alemania, función que desempeñó desde el 2002 hasta marzo de este año. Además,  fundó y dirigió el Primer Festival de Música Iberoamericana en Bremen en 1998.

Publicidad

Su primer disco lo grabó en ese año, con obras  de compositores   como Corsino Durán Carrión, José Ignacio Canelos,  Gerardo Guevara y otros, que pertenecen a lo que él  llama la  Escuela Nacionalista Ecuatoriana, movimiento que, según explica,  surgió después de la formación de la República.

“Algunos   compositores se preguntaban  qué puede ser lo nuestro y comenzaron a introducir  elementos de la música  tradicional en formas de la composición europea”, indica. 
Cita, por ejemplo, a  Canelos, “quien mete sonidos tradicionales de los Andes, de tambores”. Los ejemplares que Cepeda  hizo del disco se agotaron rápidamente.      Y el  año pasado, que se lo  escuchó en el velorio del príncipe Bernardo de Holanda, desde ese país comenzaron a llegarle pedidos.

Ahora el pianista promociona su segundo disco. Es una selección de las que él considera son las mejores grabaciones que ha realizado en los últimos 10 años para la Universidad de Bremen y para la Radio Alemana. Contiene obras de Max Reger, Karol Szymanowski, Franz Liszt, José Ignacio Canelos y Gerardo Guevara. “A pesar de ser una mezcla, tiene el concepto de presentar obras  desconocidas”, señala.

La más popular es Rapsodia húngara,  de Liszt, que la ha integrado al concierto que ofrece hoy  en el Teatro Centro de Arte de la Sociedad Femenina de Cultura. También interpretará música de Ravel, Albéniz y  De Falla. La   primera presentación  de su gira por Ecuador la efectúa  en Guayaquil. Luego tocará  en Quito y, posteriormente, en Cuenca.

Una vez cumplidos los  compromisos artísticos, retornará  a Berlín, donde  reside con su esposa Katja, quien también es pianista. Allá  seguirá con su trabajo,  conjugando el legado de la música universal con la tradición ecuatoriana.

Cepeda está  convencido   de  que  “todo lo que es creación humana es válido aquí, en  Rusia y en cualquier lugar del mundo”.

NOTAS

EN EL CENTRO DE ARTE
Boris Cepeda  ofrece un concierto hoy, a las 19h00, en el Teatro Centro de Arte (km 4½ vía a Daule). La entrada cuesta $ 5.

A DÚO
Además de su actividad como solista, Cepeda formó un  dúo pianístico junto a su esposa Katja a principios del año 2000. Ellos se han presentado en Alemania, Ecuador, Malasia y los Estados Unidos.

CON ECUATORIANOS
Cepeda ha tocado junto a músicos ecuatorianos como el violinista Jorge Saade, el flautista Luciano Carrera y el director Álvaro Manzano.