Una exposición es un homenaje a los forajidos. La otra es una muestra de dibujos realizados en papel kraft.

Dos ensayos se han destacado en las galerías de Quito, en las últimas semanas: el homenaje a los forajidos de Oswaldo Viteri y un conjunto de dibujos trazados sobre papel kraft por Miguel Betancourt.

Los dos trabajos, desde perspectivas e historias distintas, tienen, tal vez, en común, la unidad interna y el carácter perentorio, urgente, de la propuesta; por la temática en el caso de Viteri, y por el tipo de material y la condición casi de esbozos de los dibujos en el caso de Betancourt; lo que marca también en las dos exposiciones, su condición de ensayo.

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La propuesta de Viteri sobre los forajidos de abril guarda toda la dimensión del hecho histórico. Está la imagen del poder en el que se subraya, con colores y rasgos violentos, la corrupción, la intolerancia y arbitrariedad, la arrogancia, la soledad; está el retrato oscuro de la forajida que encuentra su identidad en la marcada condición ética de su gesto, y que es vista por Viteri en toda su dimensión enigmática, secreta y épica.

Los retratos presidenciales son un conjunto de medallones de gran dimensión, que adornan el “salón amarillo” y que recuerdan la mejor corriente plástica contemporánea, cuando se ha buscado retratar los excesos humanos protagonizados por el poder. Y para evocar a los forajidos, Viteri vuelve sobre los conjuntos de muñecas de trapo que siguen guardando la dimensión que este artista ha querido darles a lo largo de toda su obra: esa connotación de identidad en medio del anonimato, de representación cultural y de concepción de “pueblo”.
Las muñecas, que en obras anteriores de Viteri fueron retrato colectivo histórico, evocador de sobrevivencias culturales, es aquí plena actualidad política.

La exposición, de notable frescura e intensidad, se enriquece con un conjunto de ensayos de trazos que evocan los contornos míticos de un conflicto y una confrontación de formas corpóreas, trabajados en las tonalidades de un rojo ocre que arroja el uso del lápiz de sanguina o los grises cálidos del grafito.

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Este homenaje a los forajidos le devuelve a Viteri a la propuesta política contemporánea, que ha sido en los últimos años una de sus preocupaciones plásticas y que ya había ensayado en una anterior exposición en torno a la guerra de Iraq. La exposición, colgada en el Colegio de Arquitectos de Quito, es un conmovedor acto de reflexión sobre las dimensiones evocadoras del arte.

Los bocetos en azul
Por su parte, Miguel Betancourt, entre exposición y exposición –una muy reciente en Chile– ha arrojado al suelo unos tantos pliegos de papel kraft y se ha volcado a trazar perfiles, fragmentos del cuerpo humano, rostros, en prueba de enorme libertad creadora. En pocos meses, desde octubre del año pasado, Betancourt ha realizado una síntesis de toda su reflexión sobre la forma de los cuerpos, como quien busca demostrar a la vez el carácter fragmentario de la visión humana sobre su propia naturaleza y la riqueza propia de cada gesto del cuerpo, de cada mirada, de cada movimiento.

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Si la obra de Betancourt se ha caracterizado por la profusión de color, en ocasiones una profusión barroca, esta colección de papeles expuestos en el Centro Cultural Metropolitano sorprende, por tanto, y se caracteriza por la gran austeridad de la propuesta. Deja al espectador todo el espacio y el silencio necesarios para perderse en los trazos. Es casi un cuaderno de artista abierto al público, en el que aparece una profusión de bocetos en azul en los cuales recrear la imaginación; vislumbrar las preocupaciones del creador en el proceso de creación de su obra.

Se podría decir que la exposición que trae Betancourt en esta ocasión, es una manifestación/antesala de sus preocupaciones estéticas, una apertura al proceso que ocurre en la soledad del estudio del pintor, donde este ensaya sus propuestas, revisa bocetos e ideas plasmadas en papeles, crea el ambiente propicio para la obra, traza imágenes fragmentarias que le permitirán aproximarse a la idea que ronda, que le lleven al encuentro de soluciones que irán más tarde al lienzo.

La exposición es, sobre todo, una hermosa aproximación a Betancourt.

 

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