Según se explica ahora, esos primeros informes confundieron las cosas. La contaminación aparentemente no era general sino que provino de la cisterna de una sola escuela, que se halla en malas condiciones.

Pero el daño ya estaba hecho. Unas declaraciones innecesarias generaron un rumor que provocó alarma e inseguridad en un numeroso grupo de ciudadanos.

Publicidad

Ahora algunas autoridades parecen creer que como ya aclararon que el agua no contiene heces, el problema se solucionó. No es así. Los vecinos siguen asustados. El rumor provino de las mismas autoridades que ahora les dicen que todo está bien, y siendo así es lógico que desconfíen.

Además, ahora se informa  que el agua de Guayaquil no contiene la cantidad de cloro que indican las normas del INEN, y eso es más que suficiente para provocar una nueva alarma.

Es necesario corregir el error con medidas efectivas. Una alternativa podría ser un plan de corto plazo de control de calidad de agua en el área afectada. Que se tomen nuevas muestras en distintos puntos, ya no para buscar inocentes o culpables sino para demostrarles a los vecinos que el agua que beben es segura.

Publicidad

Al mismo tiempo, que se aclare cómo es esto de la cantidad de cloro en el agua.
Y que se lo haga pronto, para evitar nuevas alarmas innecesarias, que luego no resultan tan fácil de desvirtuar.