El gobierno estadounidense se adjudicó un primer tanto con la aprobación del Cafta en el Senado el jueves de noche, y ganó impulso para la batalla más dura que tendría lugar este mes en la Cámara de Representantes.

Alentado tras la ratificación del acuerdo en el Senado por 54 contra 45  votos y en el Comité de Procedimientos de la Cámara baja por 25 a 16, el  gobierno de George W. Bush ya comenzó a presionar a los representantes para que se pronuncien sobre el acuerdo antes de las largas vacaciones de agosto.

"Estamos obteniendo más y más apoyo de todas partes; el debate continuará cuando la Cámara reanude sus sesiones tras el receso del 4 de julio. Espero  trabajar para conseguir una ratificación exitosa en julio", dijo el  representante de Comercio estadounidense, Rob Portman, tras el voto del  Senado.

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"Urjo a la Cámara de Representantes a actuar con rapidez y votar para  apoyar el Cafta, para que los productores de nuestra nación tengan el mismo  acceso a los mercados del Cafta que los países centroamericanos tienen a  nuestro mercado", indicó por su lado Mike Johanns, secretario de Agricultura.

"Parece que el Presidente tendrá el proyecto de ley sobre su escritorio  (para firmarlo) este verano", estimó el senador Chuck Grassley (republicano,  Iowa), presidente del Comité de Finanzas.

Pero varias dificultades se anuncian en la Cámara baja de 435 miembros,  donde muchos aseguran que los estándares laborales del Cafta son débiles y  plantean una competencia desleal para los trabajadores estadounidenses,  mientras otros temen que perjudique a las industrias de los Estados que  representan, sobre todo la textil y la azucarera.

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"Cafta es un paso atrás en la protección de los derechos de los  trabajadores y representa un peligroso precedente para futuros acuerdos",  estimó John Sweeney, presidente de la central sindical AFL-CIO.

La ratificación del Senado tuvo lugar tras un acuerdo de último minuto  entre el gobierno y legisladores que otorga concesiones a la industria  azucarera porque el Cafta sube levemente las cuotas de importación de azúcar  que mantienen a los precios estadounidenses por encima del nivel mundial.

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Este compromiso, que hizo a la administración ganar un puñado de votos  clave de demócratas y republicanos, garantiza a los azucareros estadounidenses  que las importaciones no superarán los niveles fijados por la ley agrícola de  2002, hasta que sea negociada la nueva ley en 2007.

Sin embargo, la poderosa industria azucarera y varios legisladores que la  representan se siguen oponiendo ferozmente al Cafta.

Varias industrias y empresas estadounidenses se congratularon el viernes de  la ratificación del acuerdo con Costa Rica, Honduras, Guatemala, Nicaragua, El  Salvador y Dominicana en el Senado en el Senado.

"Veinte años después de que Estados Unidos abrió su mercado a los países de  Centroamérica y a la República Dominicana, estamos un paso más cerca de que esa  relación sea recíproca", indicó Thomas Donahue, presidente de la Cámara de  Comercio.

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"Urjo a la Cámara a seguir el ejemplo del Senado y de su Comité de  Procedimientos y a aprobar el Cafta en julio, lo antes posible", afirmó John  Engler, presidente de la Asociación Nacional de
Manufactureros (NAM).

Cerca de 80% de las mercaderías centroamericanas y dominicanas ya entran  con arancel cero a Estados Unidos gracias a la Iniciativa de la Cuenca del  Caribe (ICC).

El Cafta nivela la cancha para los exportadores estadounidenses al eliminar  los aranceles sobre más del 80% de sus bienes de consumo e industriales. El 20%  restante sería eliminado gradualmente en 10 años.

Si es ratificado por la Cámara baja estadounidense y por los legislativos  de Dominicana, Costa Rica y Nicaragua, el acuerdo crearía la segunda área  comercial para las exportaciones estadounidenses en América Latina, con un  comercio bilateral de unos 32.000 millones de dólares al año.