Si hoy el Ecuador rompiese dicho principio y acogiese la propuesta del Congreso colombiano de intervenir militarmente en el conflicto de ese país, mañana cualquier nación vecina podría decidir lo mismo con respecto a nosotros.

La lucha militar en Colombia tiene un costo muy alto en vidas humanas y en recursos económicos. Nos duele que así sea. Pero el Ecuador no puede sacrificar sus propias vidas y sus escasos recursos en un conflicto que no es suyo.
Tenemos dentro de nuestras fronteras otros combates igualmente urgentes contra la pobreza, el crimen y el subdesarrollo.

El Ecuador deberá seguir vigilando su frontera para que se la respete y no ingresen ilegalmente grupos irregulares. Pero esa tarea eminentemente defensiva, en ningún momento se deberá convertir en una intervención militar abierta.