En Huaquillas (El Oro), el barrio Nueve de Octubre es una especie de bomba de tiempo. Ahí funcionan unas 50 bodegas donde se almacenan y expenden gas, gasolina y diésel, para ser llevados a Perú. Estos combustibles ingresan al cantón fronterizo en decenas de camiones y camionetas que utilizan caminos alternos. Se estima que cerca de cinco mil cilindros de gas subsidiado se fugan cada semana.

En Guayaquil continúa la venta directa de cilindros. Se estudian alternativas.

Mientras en Guayaquil y otras ciudades aún se siente la escasez de gas doméstico, por la fronteriza población de Huaquillas se fugan de contrabando al Perú unos 20 mil cilindros del producto al mes.

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El barrio Nueve de Octubre de esa ciudad es el centro de abastecimiento. Ahí hay más de 50 bodegas ilegales donde se distribuye gas, diésel y gasolina, que se vende en el Canal Internacional. En Tumbes (Perú), los combustibles se ofertan libremente en las esquinas.

Jefes militares y de aduanas admiten que existen mafias y ellos solo controlan en la vía Panamericana, pero hay unos 20 caminos clandestinos por donde circulan los camiones con el contrabando.

El contrabando de gas y otros combustibles ecuatorianos hacia Perú, por el fronterizo canal internacional de Huaquillas, es tan libre  en estos días que hasta los propios contrabandistas se quejan por la falta de control, pues “hay excesiva oferta y pocas ganancias”.

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Pese a que este tipo de negocio ilegal no es nuevo en la zona fronteriza, sorprende cómo la amplia oferta contrasta con la escasez de gas que  existe en Guayaquil, Cuenca y poblaciones de la provincia de El Oro, vecinas a Huaquillas.
Aquí hay suficiente gas, con  la diferencia que se comercializa a 17 soles (moneda peruana), lo que equivale a 5 dólares, el cilindro de 15 kilos.

Es lunes (26 de junio), mediodía, y el movimiento es intenso en el barrio Nueve de Octubre, ubicado al norte de Huaquillas, frente al canal internacional. Un camión tipo furgón, placas HBY-305, con cilindros azules permanece parqueado junto a una bodega donde hay medio centenar de cilindros amarillos y decenas de tanques de gasolina.

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A diez metros, de un camión tipo mula, con placas de Loja, cinco personas descargan tanques de 58 galones, con gasolina y diésel. De otro vehículo, placas OBH-881, cubierto por una carpa, se desembarcan cilindros de gas hacia una bodega. En ese momento pasa un patrullero de la Policía local. Nadie se inmuta, es un recorrido normal para brindar seguridad al sector.

“De gana toman fotos. Esto no tiene cura; son grandes negociantes que parecen tener contactos con autoridades de lo alto”, dice el dependiente de un comercio, que habla a condición de que no se revele su nombre.

El barrio Nueve de Octubre debería llamarse barrio bomba, pues en el sector funcionan más de 50 bodegas de gas, gasolina y diésel. Una chispa en alguno de estos establecimientos originaría un incendio en cadena, de impredecibles consecuencias.

Cifras exactas no hay, pero los mismos comerciantes refieren que hasta cinco mil cilindros de gas por semana van a Perú. Cantidad superior al cupo de 20.678 cilindros al mes que asigna Petrocomercial para Huaquillas. En gasolina y diésel son miles de galones. Solo un camión trae ilegalmente hasta 200 tanques de 58 galones.

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Los vehículos ingresan el día y la noche por trochas o caminos secundarios que evaden los controles militar, en El Telégrafo, y aduanero, de la entrada a Chacras. Los dos grandes proveedores o contrabandistas son reconocidos por los apodos de El Tortolo y Chamo.

“El gas llega en otros carros hasta Arenillas, de Guayaquil, Milagro o Cuenca; la gasolina creo que hasta es robada, pero se conoce que la mayor parte viene de Durán. Al que entrega le llaman El Negro”, afirma el comerciante, quien pide no se lo grabe.

El capitán Fausto Jaramillo, jefe del Servicio de Vigilancia Aduanera (SVA) en Huaquillas, y el subteniente Diego López, jefe del destacamento militar El Telégrafo, reconocen el acceso ilegal de combustibles a la población, así como su venta a Perú, pero aclaran que los contrabandistas evaden sus puestos de control.

Mafias manejan negocio
Al igual que el comerciante anónimo, ambos personajes coinciden que es una mafia la que opera en este negocio. “Hay unos 20 desvíos. Vienen en grupos, con carros guías, se comunican por radio y andan personas armadas. Nosotros no tenemos armas, ni el propio Ejército puede con ellos”, explica Jaramillo.

El funcionario menciona que el puesto aduanero solo dispone para los controles del contrabando de una camioneta y $ 10 para gasolina.

En el puesto militar El Telégrafo se permite el acceso solo a los automotores que tienen las guías de remisión de gas, gasolina y diésel, asignados a la población y a las trece estaciones de servicio del cantón. López aclara que esa función se limita al control militar de la vía Huaquillas-Arenillas. “No hay ninguna disposición para controlar por los caminos alternos”.

En el cantón fronterizo no hay distribuidores privados de gas. Se asigna un cupo mensual (20.687 cilindros) y se reparte por comités barriales. Los militares vigilan el reparto.

Pero resulta que el cupo de por sí es exagerado, según el jefe del SVA. La población total de Huaquillas, indica el censo del INEC, es de 40.285. Es decir, cada dos personas, incluidos los niños, tienen derecho a un cilindro de gas mensual.

Santos González, comerciante (como él se autodenomina) que expende gas ecuatoriano en el canal internacional, explica que las familias pobres venden sus cupos o los cilindros que les corresponde. “No tienen ni para la comida, entonces ellos negocian con nosotros entre 2,50 dólares y 2,90 dólares”, indica González.

El negocio, como califican sus actores, o el contrabando, como es en realidad, genera diariamente miles de dólares en ganancias. Muchos son los beneficiarios aunque pocos llevan la mayor utilidad. El que pierde es el Estado ecuatoriano, por el subsidio que solo en el gas es de 5,95 dólares por cada cilindro de 15 kilos.

Los proveedores, quienes ingresan clandestinamente los combustibles, entregan a los intermediarios a 2,90 dólares el cilindro de 15 kilos; estos venden hasta por 3,50 dólares; el precio al menudeo para los peruanos fluctúa en 17 soles (5 dólares).

“El negociado es con las mismas autoridades, por eso ellos dejan pasar. Además, acá no hay de qué vivir, todos los negocios están malos y en el gas y la gasolina sacamos por lo menos para comer”, refiere otro comerciante que solicita reserva.

El organismo a quien corresponde el control es la Dirección Nacional de Hidrocarburos (DNH). En la distribución del gas para Huaquillas tiene responsabilidad la Compañía de Morteros, con sede en Machala, quien junto a funcionarios de la DNH elaboran los listados de distribución a los pobladores.

40.285 HABITANTES
Tiene Huaquillas. Para ellos está asignado un cupo de 20.687 cilindros de gas al mes. La distribución se hace  a los comités barriales o grupos organizados.

5 DÓLARES
Debe pagar un ecuatoriano que no tenga cupo y desee obtener una bombona de gas de contrabando en Huaquillas. El precio oficial de ese cilindro en Perú es de $ 7,50 (24 soles peruanos).

20 CAMINOS
Permiten la evasión del control militar de El Telégrafo y de aduanas, del cruce de Chacras. Por estos ingresan  camiones.

13 GASOLINERAS
A diferencia de cantones de igual número de habitantes, que tienen cinco gasolineras como máximo, Huaquillas posee trece estaciones de servicio.