La entrevista de Carlos Vera al Ministro de Economía aclaró su intención de retirar los valores que el Banco Central destina a nuestro desarrollo cultural y entregarlos a la Casa de la Cultura Ecuatoriana para que, desde las alturas, decidan lo que nos conviene. Declaración respaldada por una encuesta amañada, probablemente con apoyo de centralistas ávidos por pellizcarlos. Su vehemente opinión sobre lo bien que le vendrían a la CCE los millones que el BCE invierte en nuestra cultura, deja en claro una abierta intención centralista, si no de él, de sus amigos.

Su despropósito es más claro que la luz del día, los manabitas también verán menguados o desaparecidos los recursos destinados al soporte de los museos de Manta y Portoviejo. En cambio, veremos una floreciente cultura en la capital, oropeles y asambleas de alabanzas mutuas, mientras nosotros miramos cómo los sectarios y excluyentes disfrutan el pastel. Becas, viajes, teatro, artes por todo lo alto, para el resto… migajas.

Creo que el novel Ministro, al calarse el poncho se le enredó en la cabeza, al punto de impedirle ver el daño que inflige a la Costa, donde está la mayoría de la población del país. Perece que sus cuatro palabras quichuas y el apego a las culturas serranas lo han hecho olvidar que somos pluriculturales y que todos tenemos derecho al desarrollo. ¿Manipulación del centralismo ante tan significativa suma? ¿Está el Ministro involucrado en esta? En tiempos en que nadie pone todas las cartas sobre la mesa, todo es posible. Por eso, los costeños no renegados, ante el abandono histórico del centralismo, que nos ha obligado a crear hitos de autodefensa para apenas superarlo, somos quienes debemos proteger nuestras culturas, las más vitales para la república.

Jamás, gobierno alguno hizo tanto por nuestro adelanto como el BCE. A través de los museos de Portoviejo, Manta, de Real Alto, Programa del Muchacho Trabajador, Centro Cívico, Parque Histórico de Guayaquil, Museo Antropológico de Arte Contemporáneo y Archivo Histórico del Guayas, hemos recuperado lo nuestro, oculto bajo un sempiterno sesgo. Su evidente resentimiento contra el BCE, Guayaquil o la Costa, es asunto suyo y no de mi incumbencia. Pero, soy dueño de pensar, cómo y por qué teniendo nuestro país tantos y tan graves problemas económicos; políticas de salud, educación, nutrición, etcétera, todas desfinanciadas o con dineros mal manejados, quiere destruir lo que cumple una extraordinaria función social.

Convertirnos en dependencia de la CCE, nos borrará del mapa. Pues su presupuesto, ojo guayaquileños, se distribuye así: Matriz (Quito), $ 4’357.450, para una población de 2’388.817; igual a: 1,82 per cápita. Núcleo del Guayas $ 615.651, para 3’309.034 habitantes, resulta 0,19 per cápita. Es decir, Quito tiene 9,58 veces más que Guayas. Por eso, cada vez que el Ministro hace una declaración de esta naturaleza, hasta acá se perciben los gruñidos del apetito voraz y el restregar de manos en anticipado disfrute.

No es hora, todavía, para convocar la defensa y supervivencia de lo que tanto beneficio representa para nuestra sociedad, muy distinta de otras, pero patriota y ecuatoriana por mil títulos. Sin embargo, permanezcamos vigilantes para enfrentar la centralización, igual a extinción, de las dependencias culturales guayaquileñas y costeñas, fraguada desde siempre por nuestros malquerientes coterráneos.