El presidente de Pakistán, Pervez Musharraf, anunció ayer que permitirá salir del país a una mujer “violada por honor”, cuyo caso se ha convertido en un símbolo de la lucha contra la discriminación sexual en ese país.

Musharraf había retirado el pasaporte a Mujtara Mai para que no expusiese su caso en Estados Unidos.

Mai fue violada hace tres años después que el consejo rural de su aldea, en Punjab, ordenó “lavar” así una “ofensa de honor” cometida por supuestas relaciones entre un hermano suyo, de doce años, y una niña de otro clan.

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Estos tribunales rurales pertenecen al sistema de ley tribal que coexiste en Pakistán paralelamente al código penal.

El caso de Mujtara Mai es un ejemplo del tratamiento atroz que reciben las mujeres pakistaníes, particularmente en las zonas rurales y feudales.

Miles de mujeres se han manifestado durante los últimos meses en Pakistán contra la absolución de los acusados de la violación de Mai.

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Pese a que la Constitución de Pakistán garantiza la igualdad de mujeres y hombres ante la ley, las tradiciones islámicas hacen que la situación de la mujer sea de indefensión.

Así, una mujer puede “deshonrar” a su familia por tener un amigo varón, casarse con un hombre no elegido por sus parientes, tratar de divorciarse, no ofrecer una dote “adecuada” antes del matrimonio o por hablar con un hombre.

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El Tribunal Supremo pakistaní ordenó el martes la detención de los cinco acusados de la violación de Mai, de 33 años, después de que estos hubiesen sido puestos en libertad al ser absueltos.

“Estoy contenta y espero que aquellos que me humillaron sean castigados”, dijo Mai tras escuchar el veredicto.