Las visitas se suspendieron ayer en la penitenciaría del Litoral. La medida seguirá el fin de semana.

Los 3.575 internos de la penitenciaría del Litoral donaron ayer su ración alimenticia a la fundación Casa del Hombre Doliente para presionar que el Congreso Nacional apruebe el retorno de la Ley del 2x1 (rebaja del 50% de la pena cumplida).

No obstante, los legisladores solo tratarán la rebaja de un tercio de las condenas (uno menos por cada tres años).

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Al igual que los presos de Guayaquil, los reos del antiguo penal García Moreno de Quito, entregaron 40 pollos, 4 quintales de arroz, uno de azúcar, latas de sardina y atún, entre otras cosas, al Albergue San Juan de Dios.

Con esta acción Byron Briones, presidente del Comité de Internos de la penitenciaría del Litoral, dijo que esta era el inicio de una huelga de hambre, en la que participan todos los internos de esta cárcel.

“Agua va a ser lo único que beberemos y continuaremos con esta medida hasta que los señores legisladores nos tomen en serio y dejen a un lado el quemeimportismo sobre nuestro problema”, enfatizó el dirigente.

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Desde el lunes de la semana pasada, los internos de los 35 centros de rehabilitación social del país mantienen esta medida.

La donación de los internos a la Casa del Hombre Doliente consistió en 850 libras de carne de chancho, 300 litros de leche, 150 libras de lentejón, 80 de pollo, 60 paquetes de mortadela, 19 quintales de arroz, 3 ½ de azúcar, cinco racimas de verde, entre otros víveres.

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Ana Vera, supervisora de la fundación, sostuvo que recibieron con agrado la donación y la calificó como “una bendición del cielo”, pues la organización no tiene apoyo del Gobierno y se mantienen de diferentes actividades o colaboración desinteresada de diferentes instituaciones privadas.

“Esta dotación nos durará entre un mes y mes y medio”, expresó emocionada la mujer, aunque lamentó que esta acción se dé por el sufrimiento de los presos.

Otros tres reclusos (dos estadounidenses de padres ecuatorianos y un machaleño) se cosieron los labios ayer como lo hicieron la semana pasada cuatro presas de la cárcel de mujeres, quienes también se enterraron hasta el cuello.

Los estadounidenses Henry Villafuerte, de 32 años, y David Rodríguez, de 37, ambos detenidos por tráfico de drogas, reclamaron con sus manos, porque sus labios estaban cosidos, mientras otros compañeros exponían sus casos.

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Ocho internos (seis en Quito y dos en Guayaquil) se crucificaron entre el jueves y viernes pasados.