Qué sucede en esta parte del mundo occidental, de países desarrollados e influenciados por la religión cristiana donde la violencia bajo múltiples formas, y en la más execrable, la violencia ejercida contra niños y jóvenes se manifiesta en múltiples caras. Redes de pornografía infantil, niños secuestrados, tráfico de órganos para mantener con vida a los que tienen el dinero suficiente para comprarlos. Miles de ellos esclavizados en el comercio de la droga y en las guerras que los reclutan... Una sociedad que sacrifica al poder y al dinero –modernos ídolos sedientos de sangre– la vida de los más jóvenes y los más débiles, es una sociedad a punto de colapsar.

En el corazón de todo materialismo está el miedo, el miedo fundamental de no encontrar el sentido de nuestras vidas ni vislumbrar hacia dónde vamos.

Somos polvo de estrellas, nuestro cuerpo lleva en sí toda la historia del universo, nuestras células están formadas por átomos surgidos al calor del big bang inicial, que a lo largo de millones de años nos ha transformado en lo que estamos siendo.
El espíritu, su centro de expresión más sutil, emerge en la conciencia humana capaz de descifrar parte de esos misterios. Si hemos avanzado conjuntamente en la ciencia y en la técnica, parece que hemos retrocedido en lo ético y en lo social.

Ninguna sociedad, por válidos que sean sus fundamentos tecnológicos puede funcionar sin fundamentos morales, y a la vez estos son insuficientes por sí solos para hacer trascender de lo particular a la profunda conexión que hay entre todos nosotros.

La espiritualidad, esa penetrante capacidad de admiración y confianza, de paz en medio de los mayores desasosiegos, de honda comunión con todo lo que existe, quizás hay que volverla a recibir y aprender de la mano de los que afloran a la vida en medio de enormes dificultades y dependen de nosotros para que ella crezca.

Anahí, quien vive en un barrio donde no ha llegado el pavimento, coloca toda la solemne altura de sus seis años inclinados hacia el suelo. El rostro en tierra, las piernas bien tiesas, las manos asentadas en las piedras, el vestido de sombrero, permanece ocupada entre las hierbas del parque. ¿Qué haces Anahí? Beso hormigas…

Javier va a la escuela corriendo, lleva los deberes sucios, su mesa para hacer los trabajos es un cajón de legumbres. La maestra lo regaña. Llegué tarde porque al pasar por la tercena, vi a un abuelito que vive solo en el barrio y como estaba enfermo lo llevé al hospital…

Recibí en el celular un mensaje de Fernando, preso por novena vez: Va a ver lo que vamos a lograr, este año vamos a hacer 100 microempresas y pararemos los enfrentamientos en las calles. Vivimos al día sin saber qué será mañana porque no tenemos posibilidades de trabajo y pocos nos miran con respeto. Pero lo vamos a lograr.

Los diamantes, en toda su pureza, se han formado a lo largo de millones de años en el fragor del fuego de la tierra; sin embargo, la vida burbujeante, llena de posibilidades, germina en el caldo de cultivo de la materia en descomposición. En los olvidados y expulsados del sistema la vida pulsa por manifestarse, encontrar su cauce y aportar al mundo lo que grita oscuramente como necesidad: un objetivo, una meta, una fe.