Una pizarra negra señala con tiza blanca a los morosos de la zona en la tienda de Patricio Portocarrero en el bloque 1B de Bastión Popular. No son deudores de la despensa, sino de la planilla de agua potable que este mes alcanza 197,69 dólares.

Allí el agua llega desde hace un año a través de las llamadas piletas, una alternativa de abastecimiento que, según Fernando Alvarado, vocero de Interagua, evita el uso de tanqueros en la zona.

“Se les da un punto de la toma de agua para que se organicen entre la comunidad”, explica.

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Pero el problema, señala Portocarrero, responsable de la pileta que abastece las manzanas 1, 2 y 3 de la Coop. Emérita Valencia de Bastión, es que el consumo “es demasiado alto”. Cada uno de los 22 moradores que recibe el servicio de esa pileta paga entre 7 y 8 dólares, cuando antes cancelaban 3 o 4.

“Cuando hacen las limpiezas nos quedamos sin agua hasta 72 horas y en el año solo nos han llegado dos planillas”, señala el hombre, que cada mes recolecta el dinero entre sus vecinos para evitar que la planilla se acumule.

Pese a ello adeudan dos planillas porque no logra juntar el dinero para pagar.

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La situación es más crítica para Daysi Cobeña, responsable de la pileta de la Mz. F de la misma zona. Las 15 personas que están conectadas a ese punto de agua de la red decidieron no pagar desde hace seis meses por el alza. “Nos llegaban planillas de 32 dólares, ahora nos llegan de 80 y 90 dólares”. La deuda llega a 1.270 dólares.

Ella dice que el trato era que se les instale un medidor a cada morador, pero -dice- nunca atendieron su pedido.

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Fernando Alvarado sostiene que los pagos son un problema de coordinación entre la comunidad y que sí es factible instalar medidores individuales, pero si existe una diferencia tienen que dividirla igual entre los moradores.