La propuesta del Ministro de Economía, aceptada de manera entusiasta por el Congreso Nacional, de cambiar el destino de los fondos petroleros para gasto social y reactivación económica, goza de un amplio apoyo de la población, que considera que comprarles bonos a los tenedores de la deuda externa es favorecerlos, a detrimento del pueblo.

Otros, una minoría, estiman que utilizar el excedente petrolero para reducir el endeudamiento, y ahorrarnos el 12% de interés, mejora las finanzas públicas de manera permanente y concede estabilidad.

De los $ 600 millones anuales y más que acumula el Feirep, contrario a lo que se piensa, ni un centavo ha ido a la compra de bonos globales. Mediante triangulación con el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), todo ha ido a parar al Presupuesto.

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El Presupuesto del 2005 tiene un déficit de $ 358 millones; adicionalmente, cuenta con que Petroecuador le va a entregar $ 774 millones como resultado de la venta de combustibles en el mercado interno, y parece que todo lo que se va a lograr son $ 305 millones, esto es un faltante de $ 469 millones. El déficit y el faltante se tragan íntegro al Feirep.

El Gobierno anterior (del coronel Lucio Gutiérrez) dijo que con el Feirep iba a recomprar la deuda; y el Gobierno actual, que más gasto social; pero ambos lo destinan a cubrir el hueco fiscal.

Lo que cambian son las expectativas. Las declaraciones del ministro Rafael Correa han generado un valiosísimo apoyo político al Ministro y al Presidente. Pero ocasionan un comprensible nerviosismo en los bancos extranjeros, que entre octubre del 2004 y marzo del 2005 compraron al Gobierno bonos a un año plazo por un monto de $ 350 millones.

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Al vencimiento de estos papeles estirarán la palma de la mano pidiéndole al ministro Correa que les dé su plata más intereses.

Los organismos multilaterales pondrán todos los pretextos posibles y pedirán todas las seguridades para retrasar al máximo la entrega de los $ 250 millones de libre disposición, ante el temor que si entregan el dinero y luego hay desequilibrio fiscal, sus superiores les van a hacer que rindan cuentas de cómo le prestan a un país que no sigue una política económica confiable.

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Estos dos rubros suman $ 600 millones con los que cuenta el Fisco para reemplazar préstamos que se vencen.

Por su parte, la banca nacional, en previsión que podría sacrificarse la estabilidad financiera, decide ser prudente  y recoge cartera.

El resultado perverso es que el Gobierno, que tiene el propósito de aumentar las disponibilidades financieras para el gasto social, tendrá menos dinero; su objetivo es bajar las tasas de interés, pero al contrario, subirían; y busca dinamizar la economía para crear plazas de empleo, pero vería crecer el desempleo.

El ministro Correa tiene bajo la manga una solución mágica que cambiaría todo este panorama que se perfila gris oscuro, por uno mucho más brillante y optimista. Que él y el Gobierno inviertan parte de su bien ganado capital de buena voluntad con las instituciones sociales, y las convenza que la única manera que haya plata para el gasto social es que el dinero del Feirep no tenga que ir a compensar el faltante de Petroecuador. Y para ello, es necesario reducir los subsidios.

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Si, por ejemplo, se vendiese el gas de uso doméstico al precio que cuesta, Petroecuador dejaría de perder $ 300 millones, que de entregárselos al Fisco, este necesitaría $ 300 millones menos del Feirep  y quedarían liberados para obra social y reactivación.

Con esto el Ministro calmaría a la banca nerviosa, la  que procedería nuevamente  a prestar; la banca de inversión ya no tendría pretextos para no desembolsar los $ 250 millones, debido a la muestra del Gobierno que no busca la desestabilización; y a quienes atribuyen designios oscuros al régimen, se les taparía la boca, porque se estaría haciendo lo que ellos no se atrevieron.