Es temprano todavía para hacer un balance del nuevo plan de seguridad que se viene aplicando en Guayaquil. Los resultados de la lucha contra el crimen no se obtienen de la noche a la mañana. Pero en el transcurso de estas primeras semanas se pueden apreciar ya algunas tendencias que convendría evaluarlas a fin de mejorar la estrategia empleada. Nos referimos de manera puntual al hecho de que si bien, aparentemente, la delincuencia se ha vuelto más cuidadosa en los cuarenta puntos donde la Policía Nacional decidió concentrar sus energías, en cambio ha redoblado su vigor en otras zonas donde hay menor atención de las fuerzas del orden.

Así parece revelarlo la información recogida por la prensa nacional en días recientes.

La Policía Nacional deberá evaluar si esta apreciación es correcta para entonces mejorar su plan, si fuese necesario. La ciudadanía apreciará mucho si de verdad se ha conseguido que en ciertas zonas exista mayor seguridad, pero obviamente que no podremos darnos por satisfechos con eso, especialmente si resulta que los barrios con menores recursos y atención pagan las consecuencias.

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Ninguna estrategia es inamovible; lo inteligente es adaptarla flexiblemente a los acontecimientos de la realidad, sobre todo cuando el enemigo cuenta con recursos y fortalezas casi ilimitados.