"Aunque la forma en que se los denomina parece de tira cómica, despide más magma y con más intensidad que los volcanes comunes. Si cualquiera de ellos entrara en erupción, todo el planeta sufriría las consecuencias."

A lo largo de los años, tanto la literatura como el cine se han encargado de relatar y crear historias sobre catástrofes, naturales u ocasionadas por el hombre, que afectaban a grandes poblaciones causando muerte y devastación. En otro orden de cosas, muchos gobiernos manifiestan su inquietud ante las consecuencias de las armas nucleares y el calentamiento global. Sin embargo, solo en el ámbito científico existe una seria preocupación por los super volcanes.

Estos son, como su nombre lo indica, volcanes que erupsionan con mucha más intensidad y volumen de lava que los más poderosos volcanes ya conocidos por el hombre, como el Tambora (1815), el Krakatoa (1883) y el Pinatubo (1991). Y por ende, sus consecuencias son catastróficas para todo el planeta. Entre las principales razones que existen para que los super volcanes no sean parte de la agenda oficial de preocupaciones se encuentra que estos, inversamente a su intensidad, erupsionan en períodos que van desde miles hasta cientos de miles de años. Además, si bien se sabe que se localizan en lugares en los que las placas tectónicas colisionan, y en las zonas continentales bajo las que manan materiales desde el interior de la tierra, pocos han sido identificados. Esa corta lista de super volcanes confirmados está formada por el Taupo (Nueva Zelanda), el que está ubicado en los Campos Flegreos (al oeste de Nápoles, Italia) y el Yellowstone (Estados Unidos).

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Si alguno de los super volcanes, identificados o no, estallaran, las consecuencias alcanzarían una magnitud hasta ahora no experimentada ni imaginada por el hombre. En primer lugar el área -hasta 80 kilómetros a la redonda- en donde está ubicado el super volcán experimentaría una catástrofe total, ya que las super erupciones provocan incendios y enormes huracanes que cubren varios  kilómetros cuadrados con cenizas calientes, matando a todo ser vivo que se cruce en su camino.

Además, debido a las cenizas volcánicas, muchos cultivos serían destruidos -con consecuencias a largo plazo en la composición de la tierra- y las ciudades tecnológicamente avanzadas serían muy vulnerables. El sistema de provisión de agua se contaminaría, fallaría el equipamiento electrónico y se interrumpirían los medios de transporte, incluso la aviación.

También, como consecuencia de las cenizas, los techos de las construcciones ubicadas en un radio de 10 kilómetros del volcán colapsarían, y los sistemas eléctricos sufrirían serias consecuencias. Por otro lado, si el super volcán se encuentra cerca de la costa, se podrían producir tsunamis, tal como ocurrió luego de la erupción del Krakatoa, en 1883, cuando un tsunami se cobró la vida de 30 personas. Tierra adentro, los ríos se pueden anegar y se pueden producir inundaciones y fuertes corrientes de lodo.

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Sin embargo, la consecuencia más terrible de una super erupción la experimentaría el clima de todo el planeta. Este tipo de erupciones emite a la estratósfera grandes cantidades de gas y polvo volcánico. Estos gases -que contienen dióxido sulfúrico, dióxido de carbono y cloro- y el polvo reflejan la radiación solar hacia el espacio, o ellos mismos absorben el calor, y enfrían así la capa baja de la atmósfera causando el llamado “invierno volcánico”.

Además, el dióxido sulfúrico reacciona con agua formando pequeñas gotas de ácido sulfúrico que quedan en la estratósfera por más de tres años en forma de aerosol. Se estima que esta polución puede causar enfermedades respiratorias.

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Otras áreas, en cambio, pueden calentarse más de lo normal y se pueden producir alteraciones en los patrones de lluvia. Además, la capa de ozono continuaría reduciéndose durante varios años más.

Entre los super volcanes ya identificados figuran el Yellowstone (Estados Unidos), el Taupo (Nueva Zelanda) y el ubicado en los Campos Flegreos (Italia).

Para saber más vea Super Volcanes: Erupción de las Calderas, el miércoles 29 de junio a las 9 p.m. en Discovery Channel.