Brasil cuenta con el mejor programa en contra del sida. Tiene un esfuerzo de prevención modelo y fue el primer país pobre en suministrarles tratamiento sin costo para el sida a todos los que lo necesitan.

El New York Times dijo lo siguiente en uno de sus editoriales del jueves 23 de junio:

Brasil cuenta con el mejor programa en contra del sida. Tiene un esfuerzo de prevención modelo y fue el primer país pobre en suministrarles tratamiento sin costo para el sida a todos los que lo necesitan, programa que varios países por todo el mundo están empezando a emular hoy día.

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Ha logrado solventar lo anterior porque laboratorios brasileños producen versiones falsificadas de costosos fármacos de marcas registradas. Brasil puede copiar libremente cualquier droga que se haya comercializado antes de 1997, cuando el país empezó a respetar las patentes sobre medicamentos, lo cual fue uno de los requisitos para unirse a la Organización Mundial de Comercio.

Sin embargo, medicamentos más recientes para tratar el sida aún se importan y son caros, y Brasil está invirtiendo dos tercios de su presupuesto antirretroviral tan solo en tres de estos fármacos.

El gobierno ahora está contemplando medidas que les permitiría  a laboratorios cariocas copiar estas drogas. El Ministerio de Salud de Brasil ya les solicitó a laboratorios que producen los fármacos que otorguen licencias de manera voluntaria a Brasil para que las copie. Ellos se han negado y Brasil está amenazando con violar las patentes y pagarles a los propietarios de ellas una regalía razonable, según lo exigen las normas de la OMC.

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Grupos conservadores en Estados Unidos y laboratorios farmacéuticos califican lo anterior de robo, y varios integrantes del Congreso estadounidense le han pedido al representante estadounidense de comercio que aplique sanciones comerciales.

Los funcionarios estadounidenses de comercio se han abstenido, pero han criticado la amenaza de Brasil en cuanto a su apropiación de patentes. Si bien los derechos de propiedad merecen respeto y no deberían ser violados al descuido, lo que Brasil está haciendo es legal y amerita el respaldo de Washington.

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Los opositores de Brasil argumentan que ese país no enfrenta una verdadera emergencia relacionada con el sida. Mientras, empresas dedicadas a los fármacos notan que ellas le ofrecen a Brasil fármacos a precios de descuento y aseguran que ese país puede costearlas.

Sin embargo, las normas de la Organización Mundial de Comercio son claras: alientan a todos los integrantes a que recurran a la flexibilidad en las normas de propiedad intelectual, con el fin de promover el acceso a medicina para todos.
Los países no tienen que esperar a que se produzca una emergencia y Brasil ni siquiera constituye un caso difícil.

El programa de tratamiento universal y gratuito de Brasil, arma indispensable en contra de la epidemia del sida, obliga al gobierno brasileño a comprar medicamentos para 170.000 personas que las usarán diario, por el resto de su vida, y ese número va en aumento.

Brasil tiene el derecho de asegurarse que puede seguir cubriendo su pesada responsabilidad al obtener medicina al precio más bajo que sea posible.

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Se debería reservar la violación de patentes cuando es claramente necesario proteger la salud pública. Sin embargo, estos derechos se han usado muy poco.
Tan solo un puñado de países ha recurrido a normas de la OMC para violar patentes de medicamentos. Los países están intimidados, principalmente por Estados Unidos. Ministros del área de salud que proponen hacer drogas falsificadas normalmente terminan siendo silenciados por influyentes sectores empresariales en escala local, los cuales temen represalias comerciales.

El representante estadounidense de comercio debería efectuar una declaración pública en cuanto a que Estados Unidos no tomará represalias en contra de Brasil por ejercer su derecho a salvar vidas.

The New York Times News Service.