"Dormir con el bebé es una práctica frecuente en algunas familias, que intentan estrechar el lazo con el recién nacido. Entre los pediatras, hay quienes la recomiendan y quienes la desaconsejan. "

Durante los primeros meses de vida del bebé, uno de los aspectos más destacados por especialistas y madres es la intensidad del vínculo madre-hijo. Tanto para los pediatras como para las flamantes mamás, esta relación es central para el desarrollo del niño. Por ello, para llevar este vínculo a su máxima expresión, muchas veces se practica el colecho, que es cuando el bebé duerme en la misma cama que los padres.

Sin embargo, es una práctica que tiene sus fervientes adeptos y detractores y sobre la cual no se ha llegado a una conclusión, por lo que es recomendada y desaconsejada según el país y el pediatra de cada familia.

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Entre los principales argumentos esgrimidos por los defensores del colecho figura, en primer lugar, que la proximidad del bebé con sus padres en la misma cama crea un ámbito de protección, calor y afirmación emocional. También sostienen que genera una mayor estabilidad cardiorrespiratoria, menos episodios de llanto y que estimula la lactancia materna. Al alimentarse durante más tiempo, su ritmo de sueño se ve beneficiado: se estima que aumenta la fase de sueño menos profunda, que estimula el desarrollo neuronal, por lo que dormir con el bebé promovería su desarrollo mental.

Uno de los principales defensores de la práctica de dormir con el bebé es el antropólogo James McKenna, quien en 1997 publicó dos investigaciones en las que sostenía que tanto las madres como los niños tienen una sensibilidad especial a los movimientos del otro durante toda la noche. A partir de esto McKenna defiende el colecho como un factor de prevención contra el síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL).

Sin embargo, otros investigadores afirman que todavía no existe ningún estudio que demuestre fehacientemente que el dormir con el bebé disminuya los riesgos de muerte súbita. Algunos de ellos incluso afirman que, en madres fumadoras, el colecho aumenta el riesgo de SMSL, y que en parejas sanas pero que manifiestan mucho cansancio o que se van a dormir alcoholizadas, se han dado casos en los que el bebé resultó aplastado por los padres, sofocado por las sábanas y cobijas o que su cabecita quedó atrapada entre el colchón y la pared.

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Por ello, cuando la pareja no presenta esas condiciones, se estima que el colecho no es una práctica riesgosa en sí misma. A pesar de esto, algunos pediatras desaconsejan que los padres duerman con sus hijos no porque se vea amenazada su integridad física sino porque al dormir solos, los bebés desarrollarían una mayor independencia respecto de sus padres, un alto sentido de la autoestima y aprenderían la conducta de dormir solos. Además, afirman que los bebés que duermen con sus padres luego continúan con este hábito cuando crecen y resulta muy difícil lograr que duerman en su habitación. Por otro lado, otros pediatras sostienen que no es bueno que el bebé duerma en la misma cama en la que se dan las situaciones habituales de los matrimonios (relaciones sexuales, charlas, discusiones, etc.).

Quienes tienen en cuenta estas ventajas y desventajas aconsejan que durante los primeros meses el bebé duerma en la misma habitación que los padres pero en una cuna o moisés y que, al cabo de un tiempo, se mude paulatinamente a la que va a ser su habitación, su espacio propio.