Nadie puede dudar de que Diego fue, pelota en pie, un fenómeno. Pero como deportista (en el sentido cabal de la palabra) fue muy, muy limitado. Quejumbroso y llorón. No fue al primer Mundial a los 17 años porque Menotti le tenía envidia (“Pelé sí fue campeón a esa edad, querido Diego”). En el segundo lo expulsaron, supuestamente, por las malas artes de los brasileños (“cuando solo te exasperaste por el baile carioca”). Luego los problemas de droga fueron venganzas y temores (“para que no ganes otro Mundial”) de la FIFA, Havelange o el mismo Pelé. Diego es el ejemplo del mal latinoamericano: nunca somos responsables, siempre víctimas. Con lágrimas intentamos desviar la atención. Víctimas de complots, abusos y precios bajos (pero cuando el precio del petróleo sube, olvidamos las conspiraciones… igual que Maradona cuando los árbitros no veían sus manos salvadoras). Y ahí estamos otra vez en el Ecuador. El gran tema del momento es la conspiración internacional para tumbar la “nueva” política económica cuya luz brilla en el mundo y se lo trata de evitar. Por favor, si hay responsables de delitos o abusos, sancionémoslos. Pero vayamos a los temas de fondo que el país requiere.

1) Comprometerse a “entregar la mesa puesta al próximo Gobierno” es lo mejor que se puede hacer por el país… y parece que vamos muy lejos de ese objetivo. La relativa estabilidad es un activo que no se puede perder y que más bien debe ser profundizado.

2) Limitar el gasto público y buscar todos los espacios de gastos inútiles, o que pueden ser transferidos bajo la responsabilidad de los ciudadanos, focalizando una acción estatal de calidad en las áreas fundamentales. Hay dos o tres cambios esenciales en salud y en educación (bonos escolares, por ejemplo).

3) Descentralizar, como una forma de acercar a productores y consumidores políticos, para que jueguen la responsabilidad y la presión.

4) Transferir a mercados competitivos los sectores que el Estado maneja sin ton ni son: petróleo, electricidad. Seguridad Social. Ya es hora de que el mercado (es decir la libre interacción de los ciudadanos) pueda actuar.

5) Generar un mejor sentido de equidad tributaria. Ampliar la base de aportes al fisco (la evasión es enorme) y a medida que eso se logra, bajar las tasas de los impuestos (para que los ciudadanos y no el Gobierno, se beneficien del esfuerzo de recaudación colectivo).

6) Avanzar en el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos (aunque sea más regulado que libre). Podrá ser mucho mejor, pero el país sale ganando (si la negociación es razonablemente buena). Y enseguida hay que buscar otros acuerdos con otras zonas.

7) Trabajar en todas las áreas donde vía leyes y reglamentos diversos el Gobierno invade, limita, coarta o impide la acción de los ciudadanos. Y, sobre esa base, recrear seguridad jurídica.

8) Pensar, y trabajar, obsesivamente en productividad y eficiencia. Las pérdidas suman centenas de millones en todos los ámbitos de la economía.

Nota: Imposibles las carreteras en Manabí. Hay que delegar responsabilidades a la provincia y concesionar.