Una encuesta de opinión encontró que el número cada vez mayor de bajas y la agitación constante en Iraq han hecho que los estadounidenses sean cada vez más pesimistas respecto a la guerra.

Ha quedado más claro que nunca que los estadounidenses no quieren pelear la guerra trágicamente mal llevada de George W. Bush en Iraq.

Todavía se pueden encontrar muchas personas que argumentan que tenemos que conservar el curso o incluso aumentar las probabilidades enviando más tropas a la zona de guerra. Sin embargo, desde el principio de esta guerra los chovinistas de línea dura más enérgicos estuvieron a buen resguardo por tener más edad de la máxima requerida para entrar al ejército, y no estuvieron dispuestos a mandar a sus propios hijos a combatir.

Es fácil ser machos cuando no hay nada que arriesgar. Los halcones quieren que la guerra la peleen los hijos de otros padres mientras los suyos van con seguridad a la universidad o al centro comercial. La cantidad de funcionarios estadounidenses influyentes que tienen hijos que portan el uniforme es minúscula.

La mayoría de los estadounidenses no quiere tener parte en la guerra de Bush, razón por la cual los reclutadores del ejército han fallado miserablemente en cubrir sus cuotas mensuales de reclutamiento. Desesperado, el ejército está reduciendo sus estándares, acortando los periodos de servicio, aumentando bonos y violando sus propias regulaciones de reclutamiento y lineamientos éticos.

Los estadounidenses no quieren pelear esta guerra.

Times Square en el centro de Manhattan es la intersección más transitada del país. Estuvo repleta el día de la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial en mayo de 1945. Hoy existe una oficina de reclutamiento de las fuerzas armadas en Times Square, pero es un lugar bastante solitario. Una tarde de la semana pasada, un oficial en servicio dijo que nadie había entrado en todo el día.

Vince Morrow, alumno de décimo grado en Allentown, Pennsylvania, fue entrevistado al otro lado de la calle, frente a la oficina de reclutamiento, en Broadway. Dijo que alguna vez planeó unirse al ejército al terminar el bachillerato, pero cambió de parecer. “Es la guerra”, dijo. “Ir allá y nunca regresar. Antes de la guerra, uno sólo iba a lugares diferentes y ayudaba a las personas. Ahora uno va allá y combate”.

Su madre Michelle dijo: “Quisiera verlo por aquí un rato más. Era diferente antes de la guerra. Es el temor a no regresar. Nuestro otro hijo se graduó apenas el sábado y tenía planeado entrar a la Fuerza Aérea. Le dijeron que la universidad estaba incluida y le hicieron todo tipo de promesas. Casi lo hacen firmar documentos antes de que decidiéramos. Lo pensamos e investigamos, y decidimos en contra”.

Una encuesta de opinión del New York Times y CBS News de la semana pasada encontró que el número cada vez mayor de bajas y la agitación constante en Iraq han hecho que los estadounidenses sean cada vez más pesimistas respecto a la guerra. Una mayoría dijo que Estados Unidos debió haberse quedado fuera de Iraq y solo el 37% aprobó la forma en la que el Presidente ha manejado la guerra.

Lo que no ha cambiado es el hecho de que una gran mayoría de padres que apoyan la guerra no quieren que sus hijos vayan. Una mujer en el suburbio neoyorquino acomodado de Ridgewood, Nueva Jersey, que tiene una hija en bachillerato y un hijo menor, dijo: "No quisiera que mis hijos fueran. Si no hubiera una guerra, sería diferente. Apoyo la guerra y creo que debemos estar allá. Pero las cosas no van bien. Se está poniendo como Vietnam. Es una situación muy mala. Pero no podemos salirnos".

No sé cómo se gana una guerra que el país no quiere pelear. En primer lugar, enviamos muy pocas tropas a Iraq y la cantidad de soldados disponibles para Iraq mismo y para otras misiones militares que avanzan está disminuyendo en forma alarmante. La pandilla de Bush puede ser beligerante pero para la mayoría de los estadounidenses, la contribución más grande al esfuerzo de la guerra es un adhesivo para coches que dice “Apoya nuestras tropas”, y quizás una llamada beligerante a un programa de entrevistas por radio.

Los “guerreros” en el frente interno a quienes resulta muy fácil levantar los pulgares en apoyo a la guerra, ponen en peligro a hombres y mujeres realmente valientes que sí están dispuestos a ponerse el uniforme, tomar un arma y arriesgar sus vidas en la línea del frente.

El Presidente y estos guerreros en el frente interno nos metieron en esta guerra y ahora no saben cómo sacarnos. Ni tampoco tienen una respuesta satisfactoria a la importante pregunta ética: ¿Cómo justifican enviar a los hijos de otras personas a pelear mientras mantienen una capa protectora alrededor de sus propios hijos?

The New York Times News Service.