Cada cierto tiempo en los noticieros nos convierten en espectadores de escenas de acción dignas del viejo festival de “hombres duros”: agentes encapuchados rastrillando sus armas para luego entrar violentamente en alguna vivienda (por lo general, humilde) siempre acompañados por las cámaras que no pierden detalle alguno de la operación.

Ayer se mostró una operación antinarcóticos de esas características  en un barrio marginal al norte de Quito (la Roldós, según Telesistema; Pisulí, según Ecuavisa, Vista Hermosa, según TC). El asunto es que en esta operación estuvieron involucrados menores de edad. Un niño de 11 o 10 años (según un canal) con su uniforme escolar y otro de 4 años con un disfraz del Hombre Araña.

Los “Niños de la droga” llamó, con toda su imaginación en juego, Jonathan Carrera de TC a estos menores que son utilizados por sus padres y madres como mensajeros en el tráfico al menudeo. El asunto es que por más ‘Niños de la droga’ que sean, estos menores merecen la protección que presupone el que no se revele públicamente su identidad e imagen.

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En Ecuavisa, Hernán Higuera tuvo la precaución de ocultar el rostro del menor de 11 años mientras lo entrevistaba, aunque las tomas generales previas revelaban detalles como la escuela a la que iba, su corte de pelo que podían facilitar su reconocimiento. Lo cual, también,  sucedió con el infante de 4 años a quien se vio conducir a un agente a uno de los escondrijos de las sustancias ilícitas. En Telesistema y TC las entrevistas al niño de 11 años, supuesto comprador de droga, fueron con tomas de espaldas, pero luego se hicieron constantes primeros planos de su rostro. En definitiva, la precariedad de los sistemas utilizados para proteger a los menores se quedó corta frente al sensacionalismo de las notas.

Relaciones públicas: misión cumplida
Y ¿cuál fue el destino final de estos “niños de la droga”? Cabe suponer que la Policía los pondrá bajo protección de las instituciones del Estado hasta que se aclare la situación legal de sus padres. Pues no, mientras ni en TC ni en Ecuavisa nada se dijo sobre la suerte de los menores, revelando qué  poco les importaba, en Telesistema se finalizó la nota con información muy reveladora: “el menor de 11 años fue devuelto a su familia bajo condiciones”.

¿Qué cosa? Sí,  eso, fue devuelto a su madre, que, según la nota periodística y la versión policial, lo obliga a comprar droga.  A ver, un momento: ¿La Policía no detiene a esta madre expendedora de droga? ¿No está investigada? ¿No es parte de una red de distribución que “incluye a la Ofelia, la 24 de julio y la Mitad del Mundo”, como dijo Jonathan Carrera? ¿Cuáles son las condiciones para que se le devuelva a su hijo? Algo no calza, a menos que…  todo lo visto no sea más que una operación de relaciones públicas cuyo objetivo principal fue tener cámaras y tiempo de televisión. Entonces, con la misión cumplida, lo otro ya no tiene importancia.

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Y lo peor es que medios y reporteros siguen el juego sin plantearse ningún tipo de interrogante.