Dos presos se crucificaron el viernes en el patio de la cárcel de Quito, demandando la reactivación de un beneficio judicial que reduce las condenas de los detenidos, en medio de una huelga de los internos del país que va subiendo cada vez más de tono.

Los dos internos fueron sujetados con clavos en las palmas de sus manos a sendas cruces de madera, en uno de los patios del ex penal García Moreno. En esta cárcel unos 200 presos reclamaban la reactivación de un beneficio de reducción de penas, eliminado por el Congreso en el 2001, en medio de una protesta que empezó el lunes en las 36 cárceles del país, y que se agravó el miércoles con el inicio de una huelga de hambre en las prisiones de Quito y Guayaquil.

Los crucificados, uno de raza negra y otro mestizo, gritaban de dolor y proferían insultos a la prensa que fotografiaba y filmaba la manifestación desde un cerro adyacente al patio de la cárcel, ya que la Policía no permitió el ingreso de los periodistas, para evitar que estos pudieran ser tomados como rehenes por los internos.

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En medio del fuerte calor del mediodía quiteño, ambos lucían con sus torsos desnudos y sujetos a las cruces con vendas blancas, en el medio de la protesta en uno de los vetustos patios de la cárcel. Mientras, una decena de otros presos se aplicaban en sus brazos agujas hipodérmicas para desangrarse, haciendo manar su sangre hasta el suelo, y manchando con ella las pancartas en las que exigían al Congreso que escuche sus demandas.

Otros seis detenidos estaban asidos a sendas cruces, pero sin estar sujetos con clavos. "Aquí nos morimos de hambre" y "sí se puede", gritaban a coro los presos de esa cárcel, donde se encuentran más de 1.200 personas en el centenario edificio construido para albergar a 700 personas.

Los presos que se encontraban allí amenazaban con radicalizar aún más su protesta. En tanto, el director nacional de rehabilitación social, Marco González, advirtió que teme un motín que puede darse en cuestión de horas, o en segundos, informando que se han prohibido las visitas de familiares y amigos de los presos para evitar que los internos retengan, como ya ha sucedido, a sus parientes dentro de las cárceles.

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González aseguró que uno de los principales motivos que ha propiciado la protesta, es que hay una superpoblación en las prisiones. "Tenemos una capacidad física para 7.000 internos, pero tenemos 11.512 personas detenidas en las cárceles", explicó, destacando que, del total de detenidos, tan solo 4.290 tienen sentencia; es decir, 7.221 internos están esperando su condena, pero están detenidas.

"Hay una superpoblación de 4.000 presos", dijo el director, confirmando las denuncias de los detenidos, en las que afirman que permanecen amontonados en pequeñas celdas, muchas de ellas cayéndose de viejas, y por lo general sin agua potable o luz eléctrica, y soportando enfermedades como tuberculosis, anemia, y la propagación del sida.

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El Congreso, que debe analizar las demandas, todavía no toca el tema.