Antes de que conozcamos la política de Estado que el presidente AlfredoPalacio intenta seguir ya existen tres manifestaciones indicativas de la escasa absorción del conocimiento del contexto político, de los políticos de carrera y de los de última hora.

La primera falla estratégica estuvo en la apurada selección de colaboradores y funcionarios importantes y cercanos a la administración política del país, sin considerar la idoneidad y solvencia que tenían. En un régimen de transición como el que le tocaba asumir luego de que el 20 de abril el Congreso cesó en sus funciones al coronel Gutiérrez por su fallida gestión presidencial, todo tenía su tiempo para las grandes decisiones. Pero resultó que fue víctima o de las presiones políticas o del tiempo. La historia está diciendo que algo se anticipaba.

La segunda fue que para denotar su integridad, declaró que todo colaborador que fuese deudor del Estado, tendría que renunciar a sus funciones. Una declaración así que no discriminaba, surtió efectos negativos. Los funcionarios que no pasaban la prueba de esta disposición se fueron, y se creó así una nueva parálisis a un gobierno que aún no lograba –como aún no logra– crear la estabilidad en la transición. (En administración pública o privada, el reemplazo del principal debe servir para decidir si se opta por la transición o la continuidad. Ambas tienen costo político y económico).

La tercera es el enfrentamiento del gobierno del que fue vicepresidente, con el presidente defenestrado coronel Gutiérrez, utilizando, ambos, canales internacionales. Consecuencias: el Gobierno, que debe representar mesura, representatividad y personalidad precisamente por la situación en que surgió, pierde el momento al que nunca debió llegar. El contendor se sale por la tangente, provocando con el insulto y la procacidad que se ratifique el estilo que tuvo para el antigobierno, y ventaja fácil para los fines políticos que está persiguiendo.

Un administrador no entrega a un comité o comisión lo que supone que hay que hacer pero que no se debe hacer. La comisión terminó con una publicidad en contra de la seriedad del país. Otros podrían haber sido los canales. La estrategia del Coronel es la de crear un entorno internacional llevando al contendor a un campo que le permita “justificar su lucha contra la injusticia” que expresa, se ha cometido contra él. La campaña conseguirá la desestabilización administrativa del país, y los asesores del Presidente deben estar alerta para fracturarla oportunamente.

Se necesitará de mucha estrategia política y de políticas para neutralizar la estrategia. El realismo nos indica que el Coronel tiene activos: la fuerza indígena que le sirvió un día para conseguir el poder; sus familiares y simpatizantes políticos que aún están en funciones públicas, y que de alguna manera manejan información y recursos. No hay que subestimar al enemigo, contrincante o competidor...

Es de suponer que el presidente Palacio conozca mucho del entorno político-económico en el cual, por su condición de vicepresidente, participó. Pero como dice el adagio popular: una cosa es con violín y otra con guitarra. Y como colofón agregaría el proverbio griego que siempre enfatizo a los administradores: “Acuérdate de desconfiar”.