Somos expertos en lo negativo. A la hora de encontrar lo malo y lo feo de la realidad nacional tenemos una visión de rayos X. En cambio, para ver lo bueno sufrimos de una miopía peor que la de Mr. Magoo. Analistas, reporteros y críticos, tanto profesionales como aficionados, sentimos esa necesidad de señalar todo aquello que está mal, y terminamos cegándonos ante lo que está bien.

Es difícil ser positivos ante tanta mala noticia. Circulan a montones diarios con el close-up del rostro deformado de algún pobre individuo, que murió apuñalado por sonreírle a la esposa del vecino. Y los noticieros meten sus narices en sepelios con madres llorando abrazadas al ataúd de su hijo atropellado y en morgues con jóvenes asesinados por un par de zapatos.

Pareciera que muchos medios se empeñan en alarmarnos y amargarnos la vida antes que informarnos. El mensaje de los noticieros es con frecuencia: “cuidado, el asesino acecha”. Llama más la atención el hombre que llegó borracho y maltrató a su mujer que los miles de hombres que llegaron a darle un beso a sus esposas. La sangre vende, así de simple.

Lo importante es que entendamos que ese hombre que abusa y mata representa a la minoría. Que los buenos somos más. No nos dejemos hipnotizar por tanto drama. Tampoco caigamos en el extremo opuesto que adoptan muchos: evitar los periódicos, limitarse a ver películas en HBO y cantar relajados “don’t worry, be happy”. No se trata de desconectarse y desentenderse, ni de alarmarse y amargarse; se trata de saber ser críticos y objetivos ante lo que vemos y leemos.

El público puede defenderse de la crónica roja y noticias venenosas con una actitud objetiva. Pero mejor aún, los medios pueden darnos noticias positivas que creen un balance con las negativas y produzcan así una imagen más cercana a la realidad. Parece difícil, pero es posible. Este lunes, por ejemplo, en lugar de desayunar más crímenes, corrupción y sangre, acompañé el café con la lista de las 100 empresas más respetadas del país, publicada por el diario El Comercio. La lista no es perfecta por no reflejar con igual peso las opiniones de empresarios de todo el país, pero lo importante es que es positiva y constructiva. Igual sucede con el programa ‘El mejor ecuatoriano’. Más allá de las críticas que se le pueda hacer, es un programa positivo. Buscar al mejor ecuatoriano traerá más optimismo y buenas sensaciones que los consejos de Walter Mercado. Dos ejemplos puntuales que nos demuestran que lo bueno puede ser noticia. Los medios deben seguir estos ejemplos, ser creativos y buscar lo positivo, para no caer en la cotidiana crónica roja de fácil venta.

Las actitudes se contagian. Debemos criticar todo aquello que está mal con este país. Pero debemos también saber apreciar y resaltar todo lo bueno que hay en él. Mientras el duelo de insultos “Pinocho vs. Serrucho” nos avergüenza desde Washington; nuestras cortes siguen a oscuras; y los asaltos express nos asustan en cada noticiero, sepamos que no todo es malo. Que no son 100, sino muchísimas más las empresas respetadas y honestas en el país. Que no hay un solo buen ecuatoriano, sino millones de excelentes ecuatorianos anónimos.

A ver si los medios de comunicación le dedican más páginas y minutos a lo positivo. A ver si logramos, de vez en cuando, tomar el desayuno sin sangre.