La mayor fábrica de estas cintas magnetofónicas del mundo, en EE.UU., dejó de producir a principios de año.

Cuatro décadas después de que su producción global tomara un impulso que parecía imparable con el botón de stop, el casete se encuentra en estado terminal a juzgar por sus ventas.

Desde su creación en  los 60, pasando por su auge en los 80, este soporte llegó a convertirse en  protagonista de la cultura musical en el mundo.

Talvez siseaba y era propenso a los cambios de velocidad, al desgaste, a enredarse en el reproductor, pero aún así fue el rey antes de que existieran el formato MP3 y los sitios de internet para bajar música. Pero los expertos creen que ya no le queda más cinta, al menos en el mundo occidental.

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“La producción musical en casetes tuvo su mejor momento en 1989, cuando se vendieron 83 millones de unidades tan solo en el Reino Unido”, señaló Matt Phillips, de la Industria Fonográfica Británica. “El año pasado las ventas fueron de apenas 900.000.
Está claro que el negocio se encuentra en picada”, aseguró.

Fue el gigante holandés de la electrónica Philips el que perfeccionó el diseño del casete en los  60. Este fue lanzado como una nueva forma de “entretenimiento portátil” en un mercado que en aquel momento estaba dominado por los discos de vinilo y las grabadoras con grandes carretes.

Curiosamente, Philips no cobró regalías por la patente de su casete y permitió que otras compañías utilizaran su diseño gratuitamente.

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A mediados del 80 llegaron a venderse en  el mundo 900 millones de unidades por año, es decir, el 54% del total de las ventas en el rubro musical. La industria se mostró preocupada por algo inherente a los casetes: que podían grabarse fácilmente en casa.

Los empresarios temían la piratería, incluso llegaron a decir que las grabaciones hogareñas “mataban a la música”, un argumento similar al que hoy se aplica a quienes bajan canciones de internet.

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Con todo, grabar en casa permitía la creación de una cinta “mezclada”, una compilación de temas que se dedicaba a un ser querido.

Incluso hay nostálgicos como el periodista neoryorquino especializado en música Joel Keller que lamentan que las computadoras personales hayan “matado” a las cintas “mezcladas”.

Para él, el proceso de arrastrar archivos y quemar un disco compacto es  menos romántico y divertido.

Fuera de Occidente, los casetes siguen vivos, como  en  Afganistán e India. En otros mercados hay artistas que directamente graban en cinta. Aun así, ¿cuánto más podrá sobrevivir este formato?

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La mayor fábrica de cintas magnetofónicas del mundo en los Estados Unidos dejó de producir a principios de año. Por lo que algunos temen que, incluso si hubiera una fuerte demanda de casetes en el futuro no habrá material para que circule entre sus carretes.