Pese a que Petrocomercial despacha cantidades superiores de gas, con relación al año pasado y a lo proyectado para el 2005, la escasez es evidente. El aumento de la demanda se da entre otras causas por el uso en grandes restaurantes, vehículos, piladoras e industrias. Los controles no surten efecto.

Bastión Popular, Bloque 9, jueves 16 de junio, 10h30. Un camión llega a un depósito de gas para descargar más de 200 cilindros amarillos llenos del producto. Los trae desde la envasadora Duragas, de El Salitral. El mismo instante, una camioneta plateada, sin placas, abandona la distribuidora, con 18 bombonas.

A velocidad, toma la Perimetral e ingresa a la avenida Orellana. En su carrera cruza por otro punto de venta donde se lee: “No hay gas”.

Un cuarto de hora después, aquel vehículo se estaciona en la puerta lateral del restaurante Cantonés, en la Garzota, y el personal descarga los cilindros. No pasa media hora y el automotor llega de nuevo al depósito de Bastión, donde otra camioneta se reabastece con al menos 60 bombonas.

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Esta escena se da justamente cuando en diversos sectores de Guayaquil, e incluso en el resto del país, las amas de casa se desesperan por la escasez del gas doméstico, que en nuestro país se comercializa al precio oficial de $1,60 por cilindro de 15 kilos pese a que al estado le cuesta $ 7.

Aquella escena es también la muestra de cómo se desvía el gas subsidiado a actividades lucrativas en los grandes restaurantes, industrias, agroindustrias y la transportación. Algo que no está permitido.

Dos semanas atrás, el intendente de Policía del Guayas, Roberto Ricaurte, y el subdirector de Hidrocarburos, Nelson Salazar, requisaron unos 20 cilindros en el mismo restaurante adonde transportaba gas el carro sin placas. Desde esa fecha, los funcionarios ejecutan operativos para combatir la escasez del combustible, con mínimo éxito pues cada vez la situación empeora.

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Rufina Rivera, propietaria de la distribuidora autorizada de Duragas en el Bloque 9 de Bastión Popular, considera que no tiene nada de ilegal expender el producto a quienes acuden en automotores desde otros sectores. “Lo que hago es vender”, dice. En estos días negocia un promedio de 400 bombonas al día.

Similar situación ocurre en otros depósitos de la ciudad. Se expende el producto en grandes cantidades a transportistas, industriales o agricultores, mientras las amas de casa tratan, sin éxito, de conseguir un cilindro en los subdistribuidoras de barrio.

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“No hay razón para la escasez. Se entrega más de lo normal”, dice Hugo Tormo, gerente de Duragas Ecuador, una de las tres envasadoras del producto. Nelson Salazar, subdirector regional de Hidrocarburos, coincide: “No entiendo, despachamos cantidades superiores pero falta en el mercado. Algo está pasando”. Ambos personajes reconocen que, por los precios bajos el gas se usa en múltiples actividades.

Con relación al año pasado, el consumo aumentó entre el 6% y el 10%. Porcentaje que se lo considera exagerado. Duragas, la mayor abastecedora en Guayaquil, envasa y despacha 45.000 cilindros cada día.

¿A dónde va esa producción? La Unión de Taxistas del Guayas reconoce que al menos 3.000 taxis de esta provincia se movilizan a gas. Se estima que una veintena de grandes restaurantes usan el carburante doméstico al igual que las industrias y en la agricultura.

En Ventanas, Los Ríos, la asociación de productores Tierra Fértil alquiló los silos (almaceneras) de la estatal ENAC y cambiaron el sistema de secado de diésel a gas. En este proceso consumen 120 bombonas al día. El dirigente del gremio, César Viscarra, reconoció en días pasados que economizan más del 60%, pues antes utilizaban 500 galones de diésel al día.

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No hay sanciones fuertes para quienes consumen en actividades distintas a la doméstica. La Dirección de Hidrocarburos puede incautar los cilindros; la Intendencia, clausurar los depósitos cuando acaparen y aumenten los precios.

Hugo Tormo afirma que a corto plazo hay solo dos alternativas: “O se baja la demanda o aumenta la producción”. En el último caso, el Estado debe destinar recursos no presupuestados para subsidiar la importación de más gas.