Celos y fines políticos causaron la división entre los pensionistas del Seguro, según los dirigentes.

Los  jubilados comenzaron a dialogar con las autoridades sobre el alza de pensiones que debe regir a partir de julio.

El distanciamiento que existe entre varios grupos hará que las asociaciones negocien   por separado, tal como lo hicieron en enero pasado y cuando solo obtuvieron un alza de entre  4 y 22 dólares para el  primer semestre del año.

Ahora  esperan  un aumento similar al del año pasado, cuando protagonizaron una protesta de 42 días y lograron dos incrementos de hasta 60 dólares.

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Los jubilados se preparan para empezar una nueva batalla: lograr un mejor aumento de pensiones para el segundo semestre del 2005. En los primeros meses solo consiguieron un incremento promedio de 11,66 dólares.

Las gestiones para esa alza las hizo cada asociación por su cuenta y aún esperan remediarla con un recurso de amparo. Hasta eso, retomarán los diálogos con el Gobierno. Otra vez, por separado.

Es que desde la  protesta que los pensionistas del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) hicieron en junio del  2004, empezó a notarse una fragmentación entre las diversas asociaciones.

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Con esa manifestación que duró 42 días, en los cuales  se tomaron las instalaciones del IESS en varias ciudades del país e hicieron un ayuno, los jubilados consiguieron un alza de 20, 25 y 30 dólares para el primer y segundo semestres del 2004. El viernes pasado se cumplió un año de eso.

El reclamo lo lideró Ruth Domínguez, presidenta de la  Asociación de Jubilados y Pensionistas Publio Falconí. Su protagonismo ocasionó “celos en los compañeros”, según ella. Y a raíz de  ello  “hay grupitos, pequeñas discrepancias. Como estamos cerca de las elecciones, la gente quiere ganar protagonismo”.
Algunos miembros de la asociación la acusan de irregularidades.

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Dentro de esa agrupación también hay división y siete miembros conformaron una nueva directiva. El problema afectó la transferencia de 26 mil dólares del Seguro por concepto de los aportes a la Asociación (cada uno de los 6.800 jubilados afiliados paga 4 dólares mensuales).

El distanciamiento entre las asociaciones afecta las nuevas protestas, según Jorge Enrique Ramírez, presidente de la Asociación de Jubilados de la Salud. “Antes uno convocaba a una marcha y se veían más compañeros”. Desde la toma de la Caja del Seguro no se ha vuelto a realizar una manifestación de jubilados de igual magnitud.

Ramírez participó en esa protesta, y tras un año aún siente un poco de malestar porque la Federación Provincial de Jubilados “nunca  dio su apoyo”.

Sin embargo,  el presidente de esa federación, Roberto Rizzo, justifica su no participación en el respeto de la autonomía de cada agrupación. Para este dirigente, esto no les quita fuerza a los jubilados.

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Ramírez piensa lo contrario. “La culpa es de nosotros. El Gobierno quiere que se dé esta pelea para no subirnos las pensiones”.

Algunos jubilados prefieren no  saber nada de estos problemas y por eso se han vuelto independientes, como Victoriano Alarcón (87 años), quien se desafilió porque el único beneficio que tenía –según él– era el de la mortuoria: el pago que realizan las asociaciones cuando muere el jubilado, y que varía según las agrupaciones  entre 250 y 450 dólares.