Todos conocemos el nuevo paradero del cilindro de gas, percibimos su olor en los taxis amarillos y en los nuevos y elegantes taxi amigos, pero parece que la Comisión de Tránsito no se ha dado cuenta de esto que infringe la ley.

El uso de gas en los carros de alquiler se ha convertido en un gran negocio para estos sufridos y mal reconocidos choferes, que a pesar del bajo costo que representa el empleo de ese producto en sus vehículos, las tarifas se mantienen de la misma manera como si se tratara de la gasolina normal; imagínense el ahorro que los choferes están obteniendo. Un cilindro de gas cuesta $ 2 (el $ 1,60 es un sueño) y este les dura ocho horas de trabajo continuo del automotor, lo que les representaría con el uso de gasolina, cerca de $ 12.

El 80% de los taxis normales y los de lujo usan gas licuado, el cual tiene subsidio del Estado, es decir que a parte de pagar la carrera de manera normal, el pueblo contribuye con el costo del gas con el que trabajan y nos cobran; en otras palabras, cancelamos dos veces con el uso de los taxi, y con el pago de los impuestos que cubre dicho subsidio. Vemos con agrado los controles que está realizando la Intendencia de Policía a empresas que están utilizando gas en tareas que el subsidio no cubre; pero es necesario que la Comisión de Tránsito del Guayas (CTG) tome cartas en el asunto de los taxi, si la ley lo prohíbe y es necesario, que se sancione y acabe esta arbitrariedad.

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Es fácil determinar el porqué de la escasez, si las distribuidoras antes vendían entre quince y veinte cilindros de gas al día, hoy, con la demanda de los taxistas estaría vendiendo entre treinta y cuarenta; lo que ha causado que las distribuidoras soliciten más seguido el producto, y las embasadoras no alcancen a cubrir la demanda. El gas es de uso doméstico y su subsidio no puede servir para lucro de determinado grupo en perjuicio de una mayoría.

Leonardo J. Tapia Blacio
Guayaquil