Las fuerzas estadounidenses lanzaron este sábado su segunda mayor ofensiva en muchos días en el oeste de Iraq, en un aumento de la búsqueda de rebeldes y armas en el valle del río Eufrates que se extiende hacia la frontera con Siria.

Cerca de 1.000 marines y soldados estadounidenses, apoyados por las tropas iraquíes y por aviones de combate y helicópteros, lanzaron en las primeras horas del sábado la Operación Daga en el desierto, aproximadamente a 75 kilómetros al noroeste de Bagdad, informaron los militares.

"Daga se concentra en la localización de alijos de armas escondidos y en negarles refugio a los insurgentes", manifestó el capitán Jeff Pool.

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La nueva ofensiva llega después de que el viernes se desarrolló la Operación Lanza alrededor de las poblaciones de Karabila y Qaim, cerca de 20 kilómetros al oeste del límite con Siria, un área considerada por las fuerzas estadounidenses un conducto para armas y militantes extranjeros.

Los militares aseguraron que cerca de 50 insurgentes murieron como consecuencia de los ataques aéreos de los últimos dos días, mientras que tres estadounidenses resultaron heridos.

Con números de encuestas que muestran una caída en su imagen pública, el presidente George W. Bush les pidió a los ciudadanos de Estados Unidos que tengan paciencia y afirmó que desde que las tropas de ese país expulsaron a Saddam Hussein, Irak se convirtió en un "frente central de la guerra contra el terrorismo" y un "examen vital" para la seguridad estadounidense.

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El grupo iraquí de la red Al Qaeda, liderado por el jordano Abu Musab al-Zarqawi, manifestó que ningún insurgente murió por los ataques. "Están mintiendo (...) sus bombas cayeron sobre el público musulmán", explicó la agrupación en un comunicado difundido en un sitio web islámico.

Los comandantes estadounidenses culpan a los musulmanes extranjeros como Zarqawi por algunos de los ataques más sangrientos de la insurgencia.

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