"Entre las complicaciones del embarazo, esta condición afecta a pocas mujeres. Además, cuando es detectada y tratada a tiempo, los riesgos para madres y bebés se reducen casi a cero. "
Durante los nueve meses de embarazo, además de disfrutar de la dulce espera, la futura mamá debe someterse a periódicos controles con el obstetra y realizarse diversos análisis. Estos tienen el objetivo de monitorear la salud de la embarazada y del bebé para que el embarazo llegue a buen término.
Uno de los análisis que muchas mujeres se realizan durante esos nueve meses tiene el fin de detectar si padece diabetes gestacional. Esta diabetes es similar a otros tipos -que se organizan cuando el cuerpo no produce insulina o la elabora en bajos niveles y no puede asimilar todo el azúcar en sangre. Sin embargo, como su nombre lo indica, se da solo en el embarazo.
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Esta patología del embarazo afecta a alrededor del 1 al 5 por ciento de todas las embarazadas. Por ello, algunos profesionales no lo consideran un análisis de rutina y solo lo indican cuando la mujer tiene alguno de los factores de riesgo (más de 25 años, sobrepeso, parientes diabéticos, embarazos previos complicados y pertenencia a etnias como la negra, hispana e indoamericana). Sin embargo, como la diabetes gestacional es una enfermedad que al ser tratada tiene un buen pronóstico para la madre y el bebé, otros obstetras indican la realización del análisis a todas sus pacientes.
Si este tipo de diabetes es detectado a tiempo y las mujeres empiezan el tratamiento a la brevedad, los bebés nacen sanos y, en todos los casos, la diabetes desaparece después del parto. Sin embargo, si no es detectada, esta puede ocasionar diferentes complicaciones tanto en la madre como en el niño por nacer.
Así, las embarazadas pueden sufrir preclampsia (aumento de la presión sanguínea), que si no es tratada puede llevar a serias complicaciones; tienen más posibilidades de una cesárea; aumentan las posibilidades de volver a padecer diabetes gestacional en el próximo embarazo; y se incrementa su tendencia a tener diabetes tipo II a medida que envejece.
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En cuanto a los bebés, estos pueden tener macrosomia (el feto crece demasiado y puede lesionarse en el parto); distocia de hombros, (son muy grandes y al momento del parto pueden originar una emergencia obstétrica); hipoglucemia; problemas respiratorios; ictericia; y mayor posibilidad de nacer muerto o morir en los primeros días de vida.
Este panorama de complicaciones puede ser llevado casi a cero si las embarazadas con diabetes gestacional realizan el tratamiento aconsejado.
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Este requiere de periódicos controles de sangre para evaluar el nivel de glucosa, la realización frecuente de ejercicio físico (para ayudar al cuerpo a consumir energía y así asimilar más glucosa) y una dieta balanceada. La nueva forma de alimentación indicada evitará comidas que contienen una cantidad alta de azúcar simple (tortas, galletas, dulces o helado) e incluirá otras que contienen azúcares naturales, como las frutas. En casos de diabetes gestacional más severa, algunas embarazadas reciben medicación.