El debate sobre la inmigración irregular se extiende en Italia, alimentado por la llegada continua de clandestinos, por la muerte violenta de un italiano a manos de uno de ellos y por las palabras del ministro del Interior, Giuseppe Pisanu, que la considera una “amenaza creciente” para la seguridad.

Tema recurrente en Italia, la discusión acerca de cómo afrontar el fenómeno de los inmigrantes que entran y permanecen en Italia de manera ilegal es motivo de enfrentamiento entre partidos políticos y las organizaciones sociales dejan también oír su voz.

La llegada del buen tiempo impulsa el debate, básicamente porque coincide con la llegada masiva de embarcaciones de inmigrantes a las costas italianas.

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Las islas de Sicilia y Lampedusa se han convertido en los focos habituales para la llegada de esas naves, en su mayoría precarias, que son el eje de un lucrativo negocio para los traficantes de seres humanos.

En este contexto, el debate ha tomado nueva dimensión con un suceso ocurrido la noche del sábado pasado en Varese (norte), donde un joven camarero de un bar recibió una puñalada mortal en el corazón cuando intentó mediar en una pelea entre albaneses para apaciguarlos.

Los dos albaneses, detenidos inmediatamente, no tenían papeles para residir legalmente en Italia, lo que ha suscitado crispación en algunos sectores, por no ser el único caso.

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Amigos del fallecido y extremistas organizaron manifestaciones y el lunes pasado la Policía intervino para impedir el linchamiento en Varese de un joven albanés que nada tenía que ver con lo sucedido.

A él se sumó el ministro Pisanu, quien afirmó que la inmigración ilegal es una amenaza creciente para la seguridad y el orden público.

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Las palabras del titular del Interior llegan días después de afirmar que Italia no abrirá más centros de acogida temporal de inmigrantes y de que subrayara que el 38,8% de las más de 237.000 detenciones hechas en 2004 fue a personas que estaban en el país en situación irregular.